El hombre rebelde, de Albert Camus

El hombre rebelde, de Albert Camus
Reseña escrita por Antonio Mateos Muñoz

Reseña escrita por Antonio Mateos Muñoz

Albert Camus

Ensayo

Alianza Losada

ISBN – 978-89-500395540

Año de esta edición: 1953

Páginas 398

Me gustaría que este modesto texto fuera un homenaje a los muertos y heridos del atentado de París y a sus doloridos familiares.

BREVE RESEÑA:

«El crimen irracional y el crimen racional, en efecto, traicionan igualmente al valor creado por el movimiento de rebelión. Y, ante todo, el primero. Quien niega todo y se autoriza a matar, Sade, el petimetre homicida, el único implacable, Karamázov, los celadores del bandido encadenado, el superrealista que dispara contra la multitud, reclaman, en suma, la libertad total, el despliegue ilimitado del orgullo humano. El nihilismo confunde en la misma ira al creador y a las criaturas…»

He pasado el fin de semana releyendo El hombre rebelde, un libro profundo e iluminador del gran escritor francés. El hecho no ha sido casual: he pensado que la lectura de Camus, a pesar de las distancias, me ayudaría a comprender mínimamente los terribles acontecimientos que han ocurrido en Francia el pasado viernes.

el hombre rebelde copiaDe la lectura de Camus, se desprende que el nihilismo europeo hunde sus raíces en un acusado fervor antiteológico. Con anterioridad, Dostoievski, había declarado abiertamente:

«… si Dios no existe, todo está permitido»

Con su aguda penetración psicológica, el gran novelista ruso había advertido que la «muerte de Dios» supondría el desmoronamiento del gran edificio, construido durante siglos, que vinculaba la existencia de Dios con la inmortalidad del alma y las leyes morales.
Pensadores sagaces ahondaron las grietas del edificio que se desmoronaba. Así Stirner quien en El único y su propiedad consagró el absolutismo del individuo frente a todos los demás. Escribe Camus:

«… el hombre que frecuentaba la Sociedad de los Emancipados con los jóvenes hegelianos de izquierda (entre ellos, Marx), tenía una cuenta que saldar no solamente con Dios, sino también con el hombre de Feuerbach, el Espíritu de Hegel y su encarnación histórica, el Estado. Para él todos estos ídolos han nacido del mismo “mongolismo”, la creencia en las ideas eternas»

No hay que olvidar que de Stirner nace el anarquismo violento, la muerte sacrificial, mucho más frecuente de lo que algunos creen, que Camus detecta en los prerrevolucionarios rusos, los «asesinos delicados», como él los llama.

Nietzsche radicalizaría a Stirner, defendiendo a la «bestia rubia» cuya encarnación más lograda sería Reinhard Heydrich:

«… se sabe que Nietzsche envidiaba públicamente a Stendhal su fórmula: “la única razón de Dios es que no existe”… Al estar privado de la voluntad divina , el mundo está privado igualmente de unidad y finalidad… Las ventajas de esta época: nada es cierto, todo está permitido. Directamente del Übermensch, surgiría su antítesis, el Untermensch»

Marx encarna la profecía revolucionaria a la que hay que sacrificar todo: la consecución de la sociedad sin clases no está garantizada sino con la aniquilación de la sociedad presente:

«… la originalidad de Marx consiste en afirmar que la historia, al mismo tiempo que es dialéctica, es economía. Hegel, más soberano, afirmaba que es a la vez materia y espíritu. No puede, por otra parte, ser materia sino en la medida en que es espíritu, y a la inversa. Marx niega el espíritu como última substancia y afirma el materialismo histórico»

Lo que caracteriza al terrorismo musulmán, contrariamente, es su fervor teológico. Parece que los terroristas que irrumpieron en la discoteca Bataclánn, lo hicieron al grito de «¡Alá es grande!», mientras descargaban sus armas contra los indefensos asistentes. Puede que Alá sea grande pero no es piadoso: ni las súplicas ni las lágrimas de las víctimas son, al parecer, capaces de curar su terrible cólera. ¡Qué extraño dios es aquel que no tiene en cuenta los sufrimientos de aquellos que ha creado o, al menos, ha permitido su existencia!

El fenómeno resulta más incomprensible cuando uno advierte que Atta, el director de los atentados de las torres gemelas, era ingeniero y Jhon el yihadista tenía como profesión la de informático, seres, en consecuencia, capaces de comprender un razonamiento racional. ¿Qué ocurre entonces? Entre la pugna entre razón y fanatismo, este último gana a la razón. Quizás, para parar la sangría terrorista, habría que enviar a Siria, en lugar de aviones y armas, filósofos que echaran por tierra creencias ridículas, incapaces de soportar el más ligero análisis.

SINOPSIS: «El propósito de este ensayo es aceptar la realidad del momento, que es el crimen lógico, y examinar precisamente sus justificaciones: esto es, un esfuerzo para comprender mi tiempo. Se estimará, quizá, que una época que, en cincuenta años, desarraiga, avasalla o mata a setenta millones de seres humanos debe solamente, y ante todo, ser juzgada. Pero es necesario que se comprenda su culpabilidad. […] El día en que, por una curiosa inversión propia de nuestra época, ei crimen se adorna con los despojos de la inocencia, es la inocencia quien se intima a justificarse. La ambición de este ensayo consiste en aceptar y examinar ese extraño desafío», apunta Camus en la Introducción a esta obra.

BIOGRAFIA: Albert Camus, (Mondovi, Argelia Francesa, 7 de noviembre de 1913 – Villeblevin, Francia, 4 de enero de 1960) Novelista, ensayista, dramaturgo, filósofo y periodista francés.

En su variada obra desarrolló un pensamiento fundado en la conciencia del absurdo de la condición humana. En 1957, a la edad de 44 años, se le concedió el Premio Nobel de Literatura por «el conjunto de una obra que pone de relieve los problemas que se plantean en la conciencia de los hombres de hoy».

@lecturaderamon

1 Comment

  1. Tan docto y culto como acostumbra, Antonio Mateos Muñoz hace que “veamos” al escritor y su trabajo literario desde ángulos completamente novedosos.
    Un placer leer la reseña.

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