Las memorias de Sherlock Holmes

Las memorias de Sherlock Holmes
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Arthur Conan Doyle
Relatos cortos – policíaca
Alianza Editorial

ISBN – 978-84-206-8325-6

Año de esta edición 2014

Páginas 332

#las memorias de Sherlock Holmes

Las memorias de Sherlock Holmes incluye el relato de la muerte del personaje.

BREVE RESEÑA: De todo lo que he leído de Arthur Conan Doyle a lo largo de mi vida (casi todo lo relacionado con su personaje más conocido: Sherlock Holmes), esta vez he elegido para su relectura esta recopilación de relatos por dos motivos:

1.- Porque incluye el que durante algún tiempo fue el último relato de Holmes: El problema final, donde Conan Doyle, harto ya de su personaje, decide acabar con su vida (la del personaje, no la suya). Un relato, por cierto, que solo es eso, la muerte de Holmes; el resto son divagaciones y relleno, comentarios apenas superfluos e inconexos sobre el gran genio y la inteligencia de Moriarty. Es un relato escrito con el único fin de acabar con un personaje que sin duda ya le pesaba al autor. Por supuesto, es sabido que luego se vio en cierto modo obligado a resucitarlo y se escribieron algunos relatos más.

2.- También incluye el primer caso de Sherlock Holmes (El Gloria Scott); no el primero escrito por Conan Doyle, sino el que el propio personaje identifica como primero en esta recopilación: «—Porque es el primero del que me ocupé.»

No cabe duda de que Sherlock Holmes es todo un mito y lo seguirá siendo; un personaje de ficción del que durante mucho tiempo, una gran cantidad de lectores pensaron de él que se trataba de un detective real. Pero lo cierto es que Conan Doyle solo escribió cuatro novelas; el resto son relatos cortos que, en definitiva, fueron los que le dieron la fama al publicarse en revistas de la época. Prácticamente de cada relato corto se ha hecho una o varias adaptaciones cinematográficas, y por eso parece que el universo de Holmes sea tan extenso, cuando en realidad no da para tanto. El hijo de Conan Doyle también escribió algunos relatos de Holmes, y más adelante otros autores realizaron obras «apócrifas» sobre el personaje.

El personaje está inspirado en el Dupin de Poe según ya comenté en una reseña anterior.

Es cierto que Sherlock Holmes tiene algunos relatos interesantes e incluso a día de hoy relativamente sorprendentes, pero en su mayoría, y puedo decir eso de todos los que incluyen esta recopilación, son relatos bastante insulsos que se sostienen por esa muestra de capacidad de deducción de Holmes analizando los pequeños detalles (algunos como El problema final, ni siquiera eso), pero son como un truco de ilusionismo donde el autor desvía la atención del lector por medio de esos breves detalles, envolviendo todo el relato alrededor de ellos. Si uno relee los relatos, salvo que sea un incondicional del personaje y del autor, a menudo se verá un tanto decepcionado.

Aun así, es una lectura que yo siempre recomiendo, tiene su toque de época, nos ofrece una imagen del mundo completamente distinta a la actual, sin teléfonos móviles ni internet, donde todo el mundo se comunica por carta o telegrama y el tiempo transcurre a otro ritmo, donde las pistas se esconden en detalles como la forma de morder una pipa (de fumar), el desgaste irregular de una suela de zapato, la marca del zapatero remendón, o las distintas cenizas que deja cada una de las marcas de tabaco al arder. Son relatos que provocan una cierta nostalgia en el lector (al menos a mí me pasa) y que apetece releer de tanto en tanto.

Siguiendo con el mito, ¿quién no ha introducido alguna vez en una conversación aquello de «Elemental, mi querido Watson»? Curiosamente esa frase, tan archiconocida, no aparece en ninguno de los relatos ni novelas del personaje… forma parte del mito creado a lo largo de los años como ocurre con algunas supuestas frases de El Quijote que todo el mundo cita y que nunca existieron: Ladran, Sancho, señal que cabalgamos.

SINOPSIS: El fervor que desató en los lectores la serie de aventuras protagonizadas por Sherlock Holmes publicadas periódicamente en la revista Strand y que acabó reuniéndose en el volumen titulado Las aventuras de Sherlock Holmes -publicado también en esta colección-, llevó a los editores y al propio Arthur Conan Doyle (1859-1930) a prolongar las andanzas del detective, hasta que, superado por la popularidad del personaje, puso fin a su vida en el episodio titulado El problema final. Las memorias de Sherlock Holmes reúne esta segunda serie de aventuras, entre las que se cuentan, aparte de la ya mencionada, algunas de las más célebres de las que tienen como eje al inolvidable inquilino del 221b de Baker Street.

Adaptación de uno de los relatos incluidos en esta recopilación:

BIOGRAFIA: Arthur Conan Doyle nació el 22 de mayo de 1859 en el número 11 de la calle Picardy Place, en Edimburgo, Escocia. Su padre, Charles Altamont Doyle, había nacido en Inglaterra y era hijo del artista John Doyle, perteneciente a una familia católica irlandesa que había proporcionado varios ilustradores y caricaturistas. Charles era un funcionario de obras públicas con gran afición al dibujo, que fue destinado a Edimburgo en 1849 y que a lo largo de su vida padeció un grave alcoholismo y profundas depresiones, que le llevaron a ser internado en una institución sanitaria en diversas ocasiones. Charles contrajo matrimonio en 1855 con Mary Foley, perteneciente a una familia irlandesa residente en la ciudad escocesa. Los detalles del nacimiento de Arthur y sus hermanos son poco claros. Algunas fuentes manifiestan que eran nueve niños, algunas otras que diez y parece que tres murieron pequeños. En 1864 la familia se dispersó debido al creciente alcoholismo de Charles y los niños fueron alojados temporalmente a través de Edimburgo. En 1867, la familia se reunió otra vez, residiendo en una sórdida vivienda en Sciennes Place. Arthur fue bautizado en la Catedral Metropolitana de Santa María de la Asunción de Edimburgo. Su madre, viendo cómo su marido se gastaba todo su sueldo en la bebida, alquiló las habitaciones de la casa a huéspedes; uno de ellos, el doctor Bryan Waller, al que algunos historiadores adjudican un romance con la madre del escritor.

En 1868, Conan Doyle, con el apoyo económico de sus tíos, ingresó en la Escuela Stonyhurst Saint Mary’s Hall de la orden de la Compañía de Jesús, situada en la comarca de Lancashire, la cual era un centro preparatorio del Colegio Stonyhurst College, al que accedería dos años después, en 1870, y donde permaneció hasta 1875. Entre 1875 y 1876, continuó su educación en Austria, en otra escuela de la Compañía de Jesús, Stella Matutina, en la ciudad de Feldkirch.

En 1876, comenzó la carrera de medicina en la Universidad de Edimburgo, donde conoció al médico forense Joseph Bell, el profesor que le inspiraría la figura de su famoso personaje, Sherlock Holmes, aunque todo el mundo sabe que la mayor inspiración le vino del personaje de Poe: Dupin.

Allí destacó en los deportes, especialmente rugby, golf y boxeo. En este período también trabajó en Aston (actual distrito de Birmingham) y Sheffield. A principios de 1880 se embarcó para ejercer como cirujano en sustitución de un amigo suyo, en un ballenero denominado The Hope que durante seis meses navegaría hacia el Ártico. A los 22 años (1881) se graduó como médico; completó su doctorado sobre el Tabes dorsal en 1885. Sin embargo, recibió el doctorado cuatro años después. Fue en estos años cuando hizo una gran amistad con el también escritor escocés J. M. Barrie.

Mientras estudiaba comenzó a escribir historias cortas. La primera que apareció publicada fue The Mystery of the Sasassa Valley, en 1879 en el Chambers’s Edinburgh Journal antes de que cumpliera los 20 años. Ese mismo año también publicó su primer artículo médico Gelsemium como veneno en la British Medical Journal.

En 1881, después de terminar su etapa universitaria, volvió a embarcarse como médico del buque SS Mayumba en su viaje a las costas de África Occidental.

@lecturaderamon
@ramoncerda

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