Hoy en día (supongo que antes también ocurría) es muy habitual eso de escribir un libro y pretender tocar el cielo con él. Aquello de llegar y besar el santo. Y no es que no pueda suceder, por supuesto que puede, pero no es lo habitual. De hecho, ni siquiera es lo mejor que puede pasar (salvo santas excepciones).
El enorme cambio de mercado ocurrido en los últimos años con la autopublicación, ha generado, por supuesto, cambios en el mercado. Cambios a los que ningún escritor es inmune.
Mi consejo principal ha sido siempre el mismo: escribir un libro tras otro, con independencia de lo que haya ocurrido con el anterior. Escribir un solo libro y no hacer nada más hasta haber conseguido publicarlo y alcanzar el éxito, no es una buena idea, entre otras cosas porque nadie nos puede garantizar ese éxito en un primer libro, ni en un segundo, ni en un tercero… ¿Qué digo?, ni siquiera nos pueden garantizar que se publique. Pero hay que seguir e insistir, con cada libro se puede mejorar si sabemos ser críticos con nosotros mismos y no creernos que somos el mejor desde el primer día. Yo mismo he reescrito varias de mis novelas después de años de haber sido editadas. Y cuando digo reescribirlas, no me refiero a una revisión por encima para una reedición. De hecho las versiones que hay a la venta actualmente de La habitación de las mariposas, El encantador de abejas, El príncipe de las moscas y en breve, El fantasma de los sueños, son completamente nuevas.
Así que si no has publicado, o no has vendido lo que esperabas… no busques excusas como estas:
1.- La gente cada vez lee menos. Eso no es exactamente así. Siempre ha habido lectores y no lectores, y entre los lectores, los hay que devoran un libro tras otro y algunos que solo leen de vez en cuando. Si tu libro lo vale, podrá encontrar un hueco en el mercado, pero no basta con haberlo escrito. Hay que darlo a conocer y eso no siempre es fácil, sobre todo si no hemos encontrado una editorial que confíe en él y lo promocione. Pero no esperes a que alguien lo encuentre escondido en el cajón de tu escritorio.
2.- La gente no aprecia la calidad. Tendrías que preguntarte qué calidad tiene lo que escribes y por qué consideras que la gente lee libros de inferior calidad. Lo primero es que eso de la calidad literaria es muy relativo y una mayor calidad no tiene por qué ir aparejada a más ventas. Para que un libro se venda mucho, entre otras cosas debe poder interesar a mucha gente. La vida de santa Teresa puede estar muy bien escrita, pero posiblemente interese a un público minoritario. Ese puede ser otro de los motivos de no encontrar editorial. Las editoriales (o los agentes literarios) necesitan libros con un potencial de ventas interesante. Pero no escribas solo pensando en el público.
3.- Hay demasiados escritores que escriben mi mismo género. Cierto que ahora no es como hace unos años; hoy en día uno puede tener la sensación de que hay más escritores que lectores, pero tampoco es correcta esa percepción, solo que las redes sociales e internet en general han favorecido una mejor comunicación para todos. Mi consejo es que escribas lo que te gusta, sin preocuparte de si es un género más saturado o menos. Escribir algo por el simple hecho de que creas que se va a vender más, es un error de base.
4.- Si no vendo es por culpa de la crisis. Eso es una excusa como otra cualquiera. Es cierto que en épocas de bonanza la gente compra más libros y más ropa, y más de todo, pero los superventas siguen vendiendo. La culpa no es de la crisis. Hay saturación en el mercado… puede ser, pero no quiero que eso suene a otra excusa, lo que está claro es que tampoco puedes dejar de escribir por creer que no vas a vender a causa de la crisis.
5.- No autopublico porque eso impedirá que me fiche una editorial. Hace unos años esa afirmación puede que tuviera una razón de ser. Ahora no la tiene en absoluto. De hecho puede suceder al contrario; puedes acabar llamando la atención de alguna editorial gracias a tus autopublicaciones. En cualquier caso, yo hace algunos años que edito mis propios libros y no me preocupo lo más mínimo de si una editorial me buscará o no. Prefiero vivir el presente y disfrutar de mis libros y de mis ediciones, y no me puedo quejar de los resultados.
Así que, ¿qué haces leyendo esto en vez de estar escribiendo?
Ramón Cerdá