by Ramón Cerdá | Jul 11, 2016 | Blog, Consejos para escritores, Libros Leídos, Libros Recomendados, Reseñas |
Ensayo
Editorial Debate
ISBN – 978-84-9992-506-6
Año de esta edición: 2015
Páginas 267
BREVE RESEÑA: Siempre es interesante leer nuevas aportaciones sobre el español y sobre el estilo, o el abuso del mismo, y de las influencias en la novela de las malas traducciones. Todo eso y algo más podemos encontrar en este libro.
Hablar de estilo es algo muy relativo, ¿qué es estilo? ¿Cuántos tipos de estilo hay? ¿Enriquece el estilo a la narrativa? Dudoso, todo muy dudoso, especialmente cuando hay quien se obsesiona tanto en las formas que acaba no cuidando el fondo, la historia, lo que realmente debería de importar. Y no digo yo que el estilo esté de más, aunque algunos estilos sí lo están.
«Pero quizá ese concepto de neutralidad sea el que más les cueste entender a los estrilistas: ellos siempre parecen preguntarse para qué va uno a tener estilo si no se va a notar».
SINOPSIS: Es indudable que a la hora de expresarnos formalmente todos procuramos hacerlo bien, y que tenemos en la cabeza una serie de consignas sobre lo que esto significa. Lo que plantea este libro es hasta qué punto están bien encaminadas tales consignas. No se trata del típico manual de estilo que dice si infanta se escribe con mayúscula o minúscula, si el gentilicio de París es parisino o parisién, o si guión va con tilde o sin tilde. Más bien se busca averiguar aquí si es cierto que los sinónimos son la panacea del buen estilo. O si, en busca de la intensidad, a veces no caemos en la más pura redundancia. O si el temor a las palabras «vulgares» no nos condena a veces a una cómica pretensión de estilo «elevado» y tantas otras cosas más.
Luis Magrinyà propone una serie de observaciones útiles, divertidas y razonadas, basadas en multitud de ejemplos de textos de grandes (y pequeños) escritores, para invitar a pensar un poco en la lengua. Y, así como recomienda evitar usos cansinos, perezosos e irreflexivos, señala también el sinfín de tentaciones que acechan en el camino de la prosa «fina y bonita». Su propósito principal es tranquilizador: ofrecer indicios de que a menudo el estilo no tiene por qué estar donde nos han dicho, y animar a liberarnos de aquellos prejuicios, tantas veces inconscientes, que limitan nuestra disposición a la hora de expresarnos y escribir bien.
BIOGRAFIA: Luis Magrinyà (Palma de Mallorca, 1960) es un escritor y traductor español. Reside en Madrid desde 1982. Cursó estudios de filosofía, letras y fotografía. Ha realizado traducciones y ha sido lexicógrafo y editor. Es miembro de la que se conoce como «Generación Inexistente».
@lecturaderamon
@ramoncerda
by Ramón Cerdá | Oct 28, 2015 | Blog, Consejos para escritores |
Existen diferencias entre depósito legal y propiedad intelectual aunque a veces se confunda un cosa con la otra. A continuación os daré mis consejos y haré unas matizaciones al respecto.
Todo autor que quiera proteger su obra necesita conocer las diferencias entre depósito legal y propiedad intelectual
Cuando un autor escribe su obra, es conveniente que la proteja de un posible plagio, para ello, el trámite idóneo sería pagar una tasa de aproximadamente doce euros y presentar en el PROP una copia impresa de lo que quiere proteger. Estamos hablando de la propiedad intelectual, nada que ver con el depósito legal que luego explicaré.
Este trámite es conveniente que se haga antes de que empiece a circular la obra de ninguna manera; antes de enviársela a nadie por mail, antes de imprimir alguna copia para que los amigos den su opinión, y, en especial, antes de empezar a enviar las obras a las editoriales para una posible publicación. Si hacemos cualquier cosa de estas antes de registrarla, corremos el riesgo de que alguien se apropie de la obra y la registre con su nombre, con lo cual, nos resultará muy difícil demostrar la autoría.
Otra diferencia entre depósito legal y propiedad intelectual es que el depósito es obligatorio y el registro en propiedad intelectual, no.
Existe una excepción a la obligatoriedad del depósito legal cuando se trate de libros de impresión bajo demanda.
El depósito legal
El depósito legal es un trámite que se hace solo cuando se publica la obra, y normalmente es la propia editorial o el impresor quienes hacen el trámite presentando unos impresos junto con tres ejemplares en papel de la obra (si la obra es en valenciano, catalán, vasco o gallego, harán falta 4 o 5 según los casos). Una vez realizado el depósito legal ya no es necesario hacer el trámite de propiedad intelectual porque al quedar constancia fehaciente de la publicación, la obra queda protegida de plagio. Quiero decir con ello que el depósito legal puede suplir el trámite de propiedad intelectual y ahorrarnos esos doce euros, pero corremos el peligro de tener la obra desprotegida durante un período de tiempo indeterminado. Por eso mi consejo es que cuando se escriba algo, se presente en propiedad intelectual, con independencia de que se vaya a publicar en breve o no.
¿Y si es un relato corto?
La tasa que he indicado antes es la misma para un libro de mil o más páginas que para un relato breve, por eso aconsejo, en el caso de relatos, que se agrupen varios en una misma presentación para ahorrar costes, o bien se aproveche la presentación de una novela para incorporar a la misma los relatos que se quieran proteger. Luego se pueden publicar por separado sin ningún problema.
ISBN
El ISBN es un control para librerías que antes era obligatorio y gratuito, y ahora no hay obligación de tramitarlo pero tiene un coste. En cualquier caso es un trámite que se hace solo cuando el libro es editado y normalmente es la propia editorial o el impresor quienes lo gestionan. Es la numeración que suele ir en código de barras en la contraportada de los libros.
@ramoncerda
by Ramón Cerdá | Aug 28, 2015 | Blog, Consejos para escritores |
Antes de empezar a analizar los motivos que pueden tener las editoriales para rechazar originales, he de decir que, lo primero que debemos tener en cuenta es que una editorial no necesariamente está interesada en la máxima calidad literaria, cosa que también es muy subjetiva y difícil de catalogar. Una editorial, como empresa que es, debe buscar (y sí, digo «debe» porque es su obligación como empresa: ser rentable para sus socios e inversores) la rentabilidad, y por lo tanto, siempre estará más interesada en algo que sepa que puede vender, que en algo que simplemente sea bueno, pero para minorías.
¿Cuál es el otro problema?: Si leyendo el manuscrito se pudiera saber lo que es vendible y lo que no, todo sería más sencillo, pero al igual que la calidad no siempre es fácil de medir, tampoco lo es la aceptación que el público acabará teniendo de una obra o de un autor en concreto. Así que, si lo miramos fríamente, por mucho comité de lectura que haya y por muy sesudos que sean sus componentes, una buena parte del asunto se limita a la suerte. No quiero decir con ello que todo lo que se rechaza podría no ser rechazado en otras circunstancias. He visto manuscritos que, con independencia de dónde se envíen y cuántas veces se envíen, acabarán siempre devueltos o en la papelera porque no hay por dónde cogerlos. Quiero decir con ello que, muchas veces, los rechazos también están justificados. Pero ahora me quiero centrar en aquello que puede decirse que tiene una calidad media o al menos suficiente para ser publicado, lo que puede superar un primer hojeo, porque también hemos de tener claro que no hay editorial en el mundo que sea capaz de devorar (leer) todo lo que se le envía. Es sencillamente imposible e inviable.
Dicho todo esto que resumo con que: una vez apartado todo lo que no es fumable de ninguna de las maneras, que tu obra sea rechazada o no, en gran parte, es cuestión de suerte. Y digo lo de la suerte por dos cuestiones básicas:
1.- La primera y principal porque, si partimos de la premisa de que no lo pueden leer todo, tu novela puede no haber sido leída y, por lo tanto, será rechazada (o no contestarán que viene a ser lo mismo). Se quiera o no, aquí ha actuado el factor suerte en tu contra.
2.- Eso de los comités de lectura es simplemente gente que lee manuscritos, y a todos no les gusta lo mismo. Imagina que es Stephen King quien envía una novela encuadernada en gusanillo y cae en manos de gente a la que no le gusta ese tipo de literatura (hay quien dice que ni siquiera es literatura porque hay mucho esnob por ahí). Da igual que sea un superventas, el informe será negativo. Evidentemente, la suerte puede estar de tu parte o en contra en función de a quién le haya tocado leer tu manuscrito, y eso solo si has tenido la suerte de que lo lean.
¿No te lo crees? ¿Eres de los que piensan que las editoriales tienen unos criterios perfectamente justos, reconocibles y plausibles? Si eso es así, ¿por qué ocurren cosas como estas?:
La institutriz es una novela de Claire Chazal que publicó la editorial Plon, una novela que tuvo un enorme éxito. La revista Voici quiso hacer un experimento, copió el texto de la novela, le cambió el nombre de los personajes y envió el manuscrito bajo pseudónimo a un montón de editoriales. Todas la rechazaron porque no cumplía con las exigencias mínimas para su publicación. Lo más sorprendente (o quizás no tanto) es que incluso Plon la rechazó. ¿Qué pudo ocurrir en este caso? Pueden haber ocurrido varias cosas como he dicho antes: que no la leyeran, que realmente fuera infumable, o que no cuadrara con los planes de edición, pero ¿cómo se explica entonces el éxito de la primera? Creo que tengo la respuesta: la autora (no sé si es buena o no porque no la he leído y no puedo opinar) es una famosa presentadora de televisión francesa… ¡Bingo! Tal vez la primera tampoco la leyeron muy a fondo, pero siendo famosa y con una buena promoción… es vendible.
Cuando J.K. Rowling (la autora de la saga de Harry Potter) escribió un thriller bajo pseudónimo, pasó desapercibida. Hasta que alguien destapó la noticia y las ventas se dispararon de inmediato.
Stephen King también publicó bajo el pseudónimo de Richard Bachman y es cierto que ha vendido millones de esas novelas… Pero cuando ya se sabía que eran de King.
Lo más alarmante quizás sea el caso del Sunday Times que, bajo un pseudónimo de un joven escritor envió a un montón de editoriales unos textos de escritores consagrados, incluso de un premio Nobel. Todas las editoriales contestaron negativamente o dieron la callada por respuesta. ¿Calidad? ¿Qué es eso?
Conclusión: Las editoriales no tienen la clave del éxito, dudo que tengan un concepto claro de calidad literaria y, por último: son incapaces de adivinar el futuro. Por eso seguirán devolviéndose miles de manuscritos que, en otras circunstancias, o en otras manos, podrían convertirse en oro.
Ramón Cerdá
p.d. – No olvidemos también que, a veces, la suerte puede ser precisamente que te rechacen. Eso abre otras puertas.
by Ramón Cerdá | Aug 26, 2015 | Blog, Consejos para escritores |
Comparte esto, te lo agradecerán
Después de una muy buena acogida de la PHANTOM COLLECTION, en la cual, TODOS LOS AUTORES pueden publicar GRATIS sus libros en formato papel, sin ceder los derechos a la editorial y sin compromisos de permanencia de ningún tipo (el único requisito es que el libro se pueda maquetar en, al menos, cincuenta páginas), hemos decidido lanzar una nueva colección: DREAMS COLLECTION.
¿En qué se diferencian la PHANTOM de la DREAMS?
El diseño de los libros será parecido, aunque cambiará el color y, por supuesto, el logotipo de la portada. Las condiciones de venta son iguales que en la PHANTOM COLLECTION: el autor puede adquirir libros con el 25% de descuento sobre el PVP y tiene derecho a un ejemplar gratis por cada venta de su libro realizada en nuestra tienda. Cada vez que se alcanzan ocho ventas, el autor recibe otros tantos ejemplares gratuitos por mensajero en su domicilio sin ningún coste. En este aspecto, la DREAMS COLLECTION funcionará igual. Las únicas diferencias destacables de las colecciones, además del color son:
1.- En el momento de publicar en la DREAMS COLLECTION, el autor recibirá cuatro ejemplares gratuitos de su libro.
2.- En esta nueva colección solo se publicarán libros que hayan pasado previamente por nuestro servicio de corrección ortotipográfica.
Con ambas colecciones, lo que pretendemos desde la editorial EL FANTASMA DE LOS SUEÑOS es que todos los autores puedan ver cumplido su sueño de publicar en papel.
Si estás interesado, contacta con nosotros. Si no estás interesado pero conoces a alguien que pueda estarlo, comparte con él esta información; te lo agradecerá.
Ramón Cerdá
by Ramón Cerdá | Aug 14, 2015 | Blog, Consejos para escritores |
A veces me llegan copias de contratos o de ofertas editoriales que algunos autores me envían para que les dé consejo, y la verdad es que no dejo de sorprenderme ante los nuevos planteamientos que van surgiendo en este mundillo y que acaban siendo una verdadera estafa. Sin ir más lejos, hace unos días me enviaron copia de una propuesta de edición; no voy a mencionar, ni el nombre del autor, ni la editorial en cuestión. Tampoco sé si este sistema es usado ya por otras editoriales o solo por esta, pero en cualquier caso es la primera vez que lo veo. Voy a hacer un resumen de la oferta antes de entrar a valorarla (las cifras las he variado ligeramente para que no se pueda identificar de manera inequívoca):
Hablamos de un libro de poco más de doscientas páginas, impreso en papel blanco de ochenta gramos sin ningún contenido en color (lo más básico en edición), salvo la portada.
El P.V.P. del libro lo fija la editorial en ocho (8) euros.
El autor debe pagar dos mil novecientos (2.900) euros.
¿Cuál es la tirada del libro? Ahí es donde está la auténtica estafa y donde se produce, además, un efecto contrario al impulso de ventas que toda editorial debería realizar, como luego aclararé.
Los cálculos parece ser que la editorial los hace sobre quinientos (500) ejemplares, pero solo imprimirá doscientos (200), y si no se venden, no imprimirá más.
¿Por qué lo considero una estafa?
1.- Porque el autor desembolsa la inversión (100%) para quinientos (500) ejemplares y el editor solo imprime doscientos (200).
2.- Porque con este sistema, el editor no puede tener ningún interés en que se vendan esos primeros doscientos (200), puesto que si se venden, se verá obligado a imprimir más. O sea, que ganará mucho más dinero si no se venden que si se venden. Es una paradoja mercantil, cuya única solución pasa por almacenar los libros en sus cajas originales el mayor tiempo posible.
3.- Porque se le promete una distribución al autor que en realidad no es tal; solo es humo. Por ejemplo: en la letra pequeña se dice que comunican a El Corte Inglés, al Fnac y a la Casa del libro la edición, y serán estas entidades las que, si lo piden, recibirán ejemplares (que no lo van a pedir, ¿por qué iban a hacerlo?, y si lo piden será un ejemplar suelto porque alguien habrá preguntado por él, cosa que tampoco suele suceder). Además, estas entidades, al menos El Corte Inglés y el FNAC, no funcionan centralizadas, sino que cada tienda decide lo que pone en librería. Cuando el editor dice que lo comunicará, básicamente se refiere a las entidades locales. De hecho, con esas tiradas tampoco se puede pretender una gran distribución. Si la distribución fuera real y óptima, y dado que el autor se hace cargo de los costes para quinientos (500) ejemplares, en ningún caso se imprimirían solo doscientos (200).
Autor estafado = enriquecimiento indebido de la editorial
En definitiva, el negocio es redondo para la editorial porque la triste realidad es que el autor acaba pagando 14,5 € por cada libro que se pone a la venta por 8 €, pero ni siquiera se lleva esos libros.
Si el contrato es de los normales, la editorial no suele estar obligada a reimprimir mientras el stock no baje del 10%, con lo cual, se tendrían que vender ciento ochenta (180) ejemplares para seguir imprimiendo; y sin distribución eficaz, sin que el autor sea conocido… se acabarán vendiendo solo los que venda el autor.
Si ya me parecen abusivos la mayoría de los contratos de autoedición, porque suelen ser «falsas coediciones», para este nuevo sistema no tengo palabras.
Solo espero que este artículo sirva para abrirle los ojos a alguien y que no se meta en estos jardines, porque si la estafa se llega a producir, va a ser muy difícil que prospere una reclamación judicial.
Ramón Cerdá
by Ramón Cerdá | Aug 11, 2015 | Blog, Consejos para escritores |
Hace tiempo que nos estabais pidiendo la posibilidad de que corrigiéramos vuestros textos a la hora de ser editados, o simplemente como servicio complementario para poder remitirlos a las editoriales en mejores condiciones, pero hasta este momento nos había resultado imposible incorporar esa posibilidad a nuestra página. Las condiciones han cambiado y desde ahora podemos hacernos cargo de la corrección ortotipográfica siempre que nos lo solicitéis, tanto para libros editados bajo nuestro sello de El fantasma de los sueños (a editar o ya editados), como para la Phantom Collection, o incluso para textos que no vayan a ser editados por nosotros.
El coste de este servicio es de solo un euro por cada mil caracteres de texto (incluyendo espacios). Los textos de menos de 35.000 caracteres tendrán un coste fijo de treinta y cinco euros.
Posibilidad de edición y ejemplares GRATIS:
El servicio incluye la corrección ortográfica y tipográfica, con la particularidad de que en textos de 100.000 caracteres o más, os regalamos la maquetación, diseño de portada, y la publicación en nuestra nueva Dreams Collection que será lanzada en breve, recibiendo además, cuatro ejemplares gratuitamente en vuestro domicilio (envío gratis para España peninsular).
Pero, ¿es necesaria la corrección ortotipográfica?
El autor no es la persona más adecuada para corregir sus propios textos más allá de las consabidas y necesarias revisiones iniciales. Para pulir el texto siempre es conveniente que otra persona se haga cargo de la corrección. Ahí es donde entraríamos nosotros. En una primera fase, nuestras correcciones se limitarían a subsanar las faltas ortográficas y de puntuación, sin incluir modificaciones de estilo, aunque sí que, una vez finalizada la corrección, y sin cargo adicional, os haremos algunas sugerencias para mejorar vuestra manera de escribir.
Cuando uno escribe, a menudo no es consciente de los errores que comete, y si el texto comienza a circular antes de haber sido corregido a fondo, la imagen que ofrecerá del autor, no será la más positiva posible.
Si tienes dudas sobre el servicio te las aclararemos gustosamente. Solo tienes que contactar con nosotros a través de la página o en el mail: [email protected]
Y no dejes nunca de escribir.
Ramón Cerdá
by Ramón Cerdá | Aug 4, 2015 | Blog, Consejos para escritores |
Hoy en día (supongo que antes también ocurría) es muy habitual eso de escribir un libro y pretender tocar el cielo con él. Aquello de llegar y besar el santo. Y no es que no pueda suceder, por supuesto que puede, pero no es lo habitual. De hecho, ni siquiera es lo mejor que puede pasar (salvo santas excepciones).
El enorme cambio de mercado ocurrido en los últimos años con la autopublicación, ha generado, por supuesto, cambios en el mercado. Cambios a los que ningún escritor es inmune.
Mi consejo principal ha sido siempre el mismo: escribir un libro tras otro, con independencia de lo que haya ocurrido con el anterior. Escribir un solo libro y no hacer nada más hasta haber conseguido publicarlo y alcanzar el éxito, no es una buena idea, entre otras cosas porque nadie nos puede garantizar ese éxito en un primer libro, ni en un segundo, ni en un tercero… ¿Qué digo?, ni siquiera nos pueden garantizar que se publique. Pero hay que seguir e insistir, con cada libro se puede mejorar si sabemos ser críticos con nosotros mismos y no creernos que somos el mejor desde el primer día. Yo mismo he reescrito varias de mis novelas después de años de haber sido editadas. Y cuando digo reescribirlas, no me refiero a una revisión por encima para una reedición. De hecho las versiones que hay a la venta actualmente de La habitación de las mariposas, El encantador de abejas, El príncipe de las moscas y en breve, El fantasma de los sueños, son completamente nuevas.
Así que si no has publicado, o no has vendido lo que esperabas… no busques excusas como estas:
1.- La gente cada vez lee menos. Eso no es exactamente así. Siempre ha habido lectores y no lectores, y entre los lectores, los hay que devoran un libro tras otro y algunos que solo leen de vez en cuando. Si tu libro lo vale, podrá encontrar un hueco en el mercado, pero no basta con haberlo escrito. Hay que darlo a conocer y eso no siempre es fácil, sobre todo si no hemos encontrado una editorial que confíe en él y lo promocione. Pero no esperes a que alguien lo encuentre escondido en el cajón de tu escritorio.
2.- La gente no aprecia la calidad. Tendrías que preguntarte qué calidad tiene lo que escribes y por qué consideras que la gente lee libros de inferior calidad. Lo primero es que eso de la calidad literaria es muy relativo y una mayor calidad no tiene por qué ir aparejada a más ventas. Para que un libro se venda mucho, entre otras cosas debe poder interesar a mucha gente. La vida de santa Teresa puede estar muy bien escrita, pero posiblemente interese a un público minoritario. Ese puede ser otro de los motivos de no encontrar editorial. Las editoriales (o los agentes literarios) necesitan libros con un potencial de ventas interesante. Pero no escribas solo pensando en el público.
3.- Hay demasiados escritores que escriben mi mismo género. Cierto que ahora no es como hace unos años; hoy en día uno puede tener la sensación de que hay más escritores que lectores, pero tampoco es correcta esa percepción, solo que las redes sociales e internet en general han favorecido una mejor comunicación para todos. Mi consejo es que escribas lo que te gusta, sin preocuparte de si es un género más saturado o menos. Escribir algo por el simple hecho de que creas que se va a vender más, es un error de base.
4.- Si no vendo es por culpa de la crisis. Eso es una excusa como otra cualquiera. Es cierto que en épocas de bonanza la gente compra más libros y más ropa, y más de todo, pero los superventas siguen vendiendo. La culpa no es de la crisis. Hay saturación en el mercado… puede ser, pero no quiero que eso suene a otra excusa, lo que está claro es que tampoco puedes dejar de escribir por creer que no vas a vender a causa de la crisis.
5.- No autopublico porque eso impedirá que me fiche una editorial. Hace unos años esa afirmación puede que tuviera una razón de ser. Ahora no la tiene en absoluto. De hecho puede suceder al contrario; puedes acabar llamando la atención de alguna editorial gracias a tus autopublicaciones. En cualquier caso, yo hace algunos años que edito mis propios libros y no me preocupo lo más mínimo de si una editorial me buscará o no. Prefiero vivir el presente y disfrutar de mis libros y de mis ediciones, y no me puedo quejar de los resultados.
Así que, ¿qué haces leyendo esto en vez de estar escribiendo?
Ramón Cerdá
by Ramón Cerdá | Jul 19, 2015 | Blog, Consejos para escritores |
La forma de afrontar la vida y sus peculiaridades y problemas es algo que nos afecta a todos, pero no necesariamente de la misma manera. A continuación voy a detallar una serie de consejos universales que son de aplicación a los escritores, especialmente a los que están empezando y se sienten inseguros de lo que hacen:
Consejos universales… para ti
Consejos universales, también para los que escriben
1.- No soy bastante bueno
No puedes esperar a ser bastante bueno para empezar a escribir. Así no lo conseguirás nunca. Puede que tengas razón y no seas bastante bueno [todavía], pero si sigues adelante y sigues escribiendo, es posible que llegues a serlo… o no, pero en cualquier caso lo habrás intentado y habrás disfrutado del viaje. Además, ¿quién juzga eso de si se es bastante bueno o no?
2.- Mis expectativas y las de los demás
No hagas caso de las expectativas que los demás ponen en ti. Genera tus propias expectativas y persíguelas. Puede que te equivoques de camino, pero más adelante habrá alguna intersección que te permitirá rectificar.
3.- El qué dirán
Que no te importe lo que digan de ti… ni de tu obra, pero al mismo tiempo estate atento a las críticas. No respondas desairadamente a ellas, simplemente tenlas en cuenta, analízalas, y si crees que puedes mejorar gracias a ellas, adelante, aplícalas. Si no… al cesto de los papeles.
4.- Necesito que me digan lo bueno que soy
Todos buscamos o esperamos reconocimiento, pero te aconsejo no tener esas expectativas de nadie. Es mejor seguir escribiendo y mejorando por nuestra cuenta, y si llega el reconocimiento, ¡cuidado!, no nos vayamos a relajar. Sigamos trabajando.
5.- Es demasiado tarde
Muchos autores han empezado incluso después de la jubilación. Nunca es tarde para escribir.
6.- Necesito tener toda la historia clara en mi cabeza antes de empezar
Ese error lo cometí yo al terminar El encantador de abejas. Mi próximo proyecto no estaba del todo claro; solo tenía algunas pinceladas de la historia y quería tenerla atada antes de empezar. Pasaron siete años… que van a ser difíciles de recuperar. Al final empecé El príncipe de las moscas sin tenerlo claro del todo; no podía seguir esperando y dejar de escribir simplemente porque no tenía toda la trama en mi cabeza. La historia va surgiendo conforme trabajas con ella. No quieras tenerlo todo resuelto antes de empezar o lo lamentarás.
7.- ¿Por qué tengo que dar las gracias?
A veces pensamos que somos agradecidos y esperamos a tener el éxito para dar las gracias por ello, sin darnos cuenta de que somos afortunados… cada día, porque estamos haciendo lo que nos gusta. Hay que dar las gracias todos los días por lo que hacemos y olvidarnos del mañana. Hoy es lo importante.
8.- Quiero una vida fácil y no fracasar nunca
Aprendemos de los errores, y las experiencias enriquecen nuestra vida, y todo eso lo podemos aplicar luego a nuestros libros. No busquemos la vida fácil y contemplativa… es aburrida y nuestros libros también lo serán.
9.- Sin perdón
Perdonar es a veces difícil, pero es lo mejor que podemos hacer. ¿Alguien te ha ofendido porque ha despreciado tu libro? ¿Te ha dicho que no sirves para escribir? ¿Lo ha hecho de malos modos y su crítica ha sido destructiva? No te preocupes; perdona sus malos modos y sigue adelante. Pero no olvides lo que ha dicho; puede que te ayude a mejorar a pesar de todo.
10.- Me siento solo
Todos nos sentimos solos alguna vez, pero el oficio de novelista/escritor, es por sí mismo un oficio solitario. Aprovecha esa soledad y no pienses que los demás te han abandonado, piensa que respetan tu espacio y te dejan tranquilo para que puedas escribir.
Ramón Cerdá
by Ramón Cerdá | Jul 17, 2015 | Blog, Consejos para escritores |
A continuación voy a incluir las normas más habituales referidas a los títulos, así como alguna reflexión particular al final del artículo:
1.- Según El libro del español correcto y refiriéndose al uso de mayúsculas: «La primera palabra del título de cualquier obra de creación (libros, películas, cuadros, esculturas, piezas musicales, programas de radio o televisión, libros sagrados, etc.); el resto de las palabras que lo componen, salvo que se trate de nombres propios, deben escribirse con minúsculas: Los vengadores.
2.- Si la obra presenta varios títulos alternativos separados habitualmente por «o», lo correcto es que el segundo título también comience en mayúscula: Bearn o La sala de las muñecas.
3.- Los títulos se han de escribir siempre en cursiva cuando formen parte de un texto. Evidentemente esto no ocurre en el título principal de la portada que normalmente irá en redonda.
4.- A efectos de colocar correctamente la mayúscula, deberemos tener claro dónde comienza el título, cosa que no siempre es evidente. Por ejemplo: La divina comedia, como se la suele llamar, no sería exactamente su título, con lo cual estaría mal escrito. En realidad el título es: Divina comedia, por lo que si nos estamos refiriendo a ella como «la», lo correcto sería escribir: la Divina comedia.
5.- Los títulos nunca deben llevar punto y final, salvo en los casos en los que estén mencionados en un texto y coincida con el final de la frase, pero nunca en la portada del libro.
6.- Algunos títulos largos han pasado a la historia abreviados, hasta el punto que muchos ni siquiera reconocen el título completo. El ejemplo clásico y recurrente es El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, más conocido como el Quijote. Como puede verse, en este caso, al estar abreviado, no se pone en mayúscula el artículo que lo precede, sino el título abreviado: el Quijote.
7.- Los titulares de prensa están sujetos a las mismas reglas.
8.- Como excepción, los nombres de las publicaciones periódicas van siempre en mayúsculas: El País, El Caso, El Diario Aragonés.
9.- En las portadas de los libros es habitual encontrarse con títulos como El Fantasma de los Sueños, por una influencia anglosajona donde sí se escriben en mayúscula los sustantivos, verbos, adverbios y adjetivos. En cualquier caso, en castellano no es correcto hacerlo.
10.- Aunque tampoco es lo más recomendable, en las portadas sí que pueden ponerse los títulos con todo en mayúscula, o con una palabra concreta destacada en mayúscula como de hecho ocurre curiosamente con el libro Nueva gramática BÁSICA de la lengua española (ver imagen). El problema del uso de las mayúsculas en la portada es que, a diferencia de lo que ocurría antes, las mayúsculas se tienen que acentuar, y hay muchas tipografías (originales del inglés y comúnmente utilizadas) que no incluyen los acentos. Lamentablemente esto sí ocurre en libros míos actuales como EL SINDROME DEL DELFIN, donde aparecen sin acentuar «síndrome» y «delfín», pero a veces la estética y el diseño predominan sobre la razón y las normas. En cualquier caso y con independencia de cómo se escribe en la portada, al transcribir el título, iría como todos, en cursiva, con acentos y sin las mayúsculas: El síndrome del delfín.
En el momento de escribir este artículo me encuentro en una disyuntiva:
Nuestra PHANTOM COLLECTION incluye algunos títulos en inglés, pero es una edición española donde la mayoría de los títulos son en castellano. Como cualquier colección que se precie, debe mantener una coherencia en el diseño de las distintas portadas, siendo siempre utilizada la misma tipografía que, solo cambia de tamaño en función de lo largo del título para hacerla visualmente armónica. Los títulos que hemos publicado en inglés los hemos publicado siguiendo la norma española que es la que rige la colección, porque hacerlo de otro modo rompía la continuidad, pero sinceramente, no sé si es la mejor de las opciones. Lo mismo podría ocurrir con el nombre del autor; siendo un libro en inglés la tendencia es que no lleve ningún tipo de tildes, pero quitarlas solo en esos libros vuelve a desbaratar la continuidad. Por eso inicialmente (y hasta encontrar mejor argumento) mantenemos el mismo criterio para todos los libros de la colección.
Ramón Cerdá
by Ramón Cerdá | Jul 12, 2015 | Blog, Consejos para escritores |
Personalmente prefiero la novela antes que el relato corto, pero también he escrito algunos de estos. De hecho ayer mismo terminé uno que quiero incluir en la antología que voy a publicar del SEGUNDO CONCURSO DE RELATOS EN PAPEL. Iba a incluir uno ya escrito, como hice en la primera convocatoria, pero me entró el gusanillo y esta vez publicaré uno inédito. Dar algunos consejos para escribir relatos cortos puede que sea algo ya muy visto, basarse en teorías de Poe para relatos y poesía, tampoco es nada nuevo, pero sí que quiero aprovechar para comentar algunas de sus teorías y si son solo de aplicación para relato corto, o también nos pueden valer (algunas) para escribir una novela de mayor enjundia. Al final del post incluiré también la transcripción de un fragmento del ensayo de Poe que me parece interesante.
Cuatro consejos para escribir relatos cortos y su transponibilidad(1) [o no] a la novela
Algunos consejos para escribir relatos cortos, según las teorías de POE
El final es lo más importante, antes de empezar a escribir el relato, el autor debe conocerlo y establecer el clímax
Esta cuestión puede ser aplicable también a la novela, pero no es algo tan necesario como en el relato corto. La novela nos da tiempo a elucubrar y a experimentar distintas líneas del argumento, con lo cual, el autor se puede permitir el lujo de desconocer el final y ser el primer sorprendido al escribirlo. Por mi experiencia debo decir que algunas de mis novelas han comenzado simplemente así, sabiendo el final al que quería llegar y, a partir de ahí, he ido elaborando toda la trama. Pero eso es muy relativo:
1.- Partiendo de ese punto preestablecido, uno se da cuenta al llegar al final, después de haber escrito toda la novela, que es mejor acabarla de otro modo. Eso no debe hacernos sentir mal, todo lo contrario, quizás podamos usar el final original para otra novela.
2.- No conocer el final de antemano no debería detener nuestras ansias de escribir. No es imprescindible conocer el final; a veces ni siquiera es necesario conocer la temática de la novela. Lo he comentado en varias ocasiones, cuando comencé a escribir El síndrome del delfín, lo único que yo sabía de la novela era que el personaje principal iba a ser un insomne con problemas psicológicos ocasionados por la falta de sueño.
Ahora bien, aquí estamos hablando de relato corto y creo que no hay vuelta atrás. Aquí sí es cierto y categórico, al menos en mi caso, que nunca empiezo un relato de este tipo sin previamente tener claro dónde quiero llegar. Solo puedo decir que en este punto en concreto, estoy 100% de acuerdo con POE. De hecho ya lo estaba antes de saber cómo pensaba él.
Que sea corto resulta una obviedad, pero una obviedad a tener en cuenta
Evidentemente, si hablamos de un relato corto, debemos de comprometernos a que sea así: corto. Es cierto que a veces uno se pone a escribir y unas cosas llevan a otras y nos alargamos más de lo debido. En una novela eso puede ser interesante (incluso necesario a veces), pero jamás debemos dejarnos llevar cuando trabajamos en un relato corto. ¿Pero qué es corto?, esa es otra de esas relatividades de la ciencia. Cada uno considerará corto o largo, según qué. La mayoría de los criterios coinciden en que un relato corto debería tener menos de 7.500 palabras. Personalmente, los relatos cortos prefiero que sean más cortos y que no tengan mucho más de 2.000 palabras.
El criterio de POE, número de palabras aparte, es que un relato corto es aquel que pueda (y debe) leerse de una sola sentada. Cosa también relativa y más hoy en día en la que estamos acostumbrados a leer en breves dosis. La idea del relato corto es que el lector no pierda en ningún momento el hechizo, sin interferencias con la vida cotidiana. Llegados a este punto… ¿Es eso aplicable a la novela? La respuesta fácil sería decir NO, pero la respuesta no es tan sencilla. Cuando se escribe novela, lo normal es dividirla en capítulos, y uno de los recursos del novelista (al menos yo lo hago a menudo) es generar dudas o sorprender al lector al finalizar un capítulo. Eso lo mantendrá en vilo hasta empezar el siguiente. De ese modo, hasta cierto punto, podemos aplicar esta teoría de POE a la novela.
Musicalidad
No olvidemos que POE escribía poesía, así que este consejo es más aplicable a la poesía que a los relatos cortos, pero también vale para el relato corto, e incluso podría valer en la novela. Yo lo he usado en el relato que escribí ayer: El vaticinio de las sombras.
La recomendación es repetir ciertas frases o situaciones a lo largo del relato para marcar los tiempos. Algo muy usado en El cuervo.
Delimitar los espacios y los escenarios
Evidentemente, tratándose de un relato corto no podemos perdernos en largas descripciones ni ir cambiando continuamente de escenario. Sería más como una pequeña obra de teatro. Hay que limitar el escenario y simplificarlo al máximo.
(1) Ley de la Psicología de la forma que, aplicada a la percepción visual, permite
trasladar una configuración de una situación a otra.
En una nota que en estos momentos tengo a la vista, Charles Dickens dice lo siguiente, refiriéndose a un análisis que efectué del mecanismo de Barnaby Rudge: “¿Saben, dicho sea de paso, que Godwin escribió su Caleb Williams al revés? Comenzó enmarañando la materia del segundo libro y luego, para componer el primero, pensó en los medios de justificar todo lo que había hecho”. Se me hace difícil creer que fuera ése precisamente el modo de composición de Godwin; por otra parte, lo que él mismo confiesa no está de acuerdo en manera alguna con la idea de Dickens. Pero el autor de Caleb Williams era un autor demasiado entendido para no percatarse de las ventajas que se pueden lograr con algún procedimiento semejante. Si algo hay evidente es que un plan cualquiera que sea digno de este nombre ha de haber sido trazado con vistas al desenlace antes que la pluma ataque el papel. Sólo si se tiene continuamente presente la idea del desenlace podemos conferir a un plan su indispensable apariencia de lógica y de causalidad, procurando que todas las incidencias y en especial el tono general tienda a desarrollar la intención establecida. Creo que existe un radical error en el método que se emplea por lo general para construir un cuento. Algunas veces, la historia nos proporciona una tesis; otras veces, el escritor se inspira en un caso contemporáneo o bien, en el mejor de los casos, se las arregla para combinar los hechos sorprendentes que han de tratar simplemente la base de su narración, proponiéndose introducir las descripciones, el diálogo o bien su comentario personal donde quiera que un resquicio en el tejido de la acción brinde la ocasión de hacerlo. A mi modo de ver, la primera de todas las consideraciones debe ser la de un efecto que se pretende causar. Teniendo siempre a la vista la originalidad (porque se traiciona a sí mismo quien se atreve a prescindir de un medio de interés tan evidente), yo me digo, ante todo: entre los innumerables efectos o impresiones que es capaz de recibir el corazón, la inteligencia o, hablando en términos más generales, el alma, ¿cuál será el único que yo deba elegir en el caso presente? Habiendo ya elegido un tema novelesco y, a continuación, un vigoroso efecto que producir, indago si vale más evidenciarlo mediante los incidentes o bien el tono o bien por los incidentes vulgares y un tono particular o bien por una singularidad equivalente de tono y de incidentes; luego, busco a mi alrededor, o acaso mejor en mí mismo, las combinaciones de acontecimientos o de tomos que pueden ser más adecuados para crear el efecto en cuestión. He pensado a menudo cuán interesante sería un artículo escrito por un autor que quisiera y que pudiera describir, paso a paso, la marcha progresiva seguida en cualquiera de sus obras hasta llegar al término definitivo de su realización.
Edgar Allan Poe – 1846
by Ramón Cerdá | Jul 10, 2015 | Blog, Consejos para escritores |
He de reconocer que no he leído mucho de Henry David Thoreau (lo subsanaré), pero sí que he leído algunas citas y fragmentos de sus obras. Internet es lo que tiene a veces, que buscando unas cosas encuentras otras y esas te llevan a otras, y otras más que nada tienen que ver con lo que estabas buscando; llega un momento en el que te ves inmerso leyendo algo que no buscabas porque ni siquiera sabías que existía, hasta el punto que olvidas lo que buscabas. ¿No os ha sucedido nunca? Seguro que sí, hasta es posible que no sepas por qué estas leyendo esto ahora.
El caso es que hay un fragmento de un relato de Thoreau que sería aplicable a diferentes casos de nuestras vidas. Cuando somos padres (yo aún recuerdo el acontecimiento a pesar de que hace una eternidad de aquello) nos encontramos con una criatura entre nuestras manos que sabemos (o tememos) que va a requerir de toda nuestra atención a partir de ese momento. Sí, ya hemos tenido al hijo que buscábamos, ¿pero qué hacemos con él hasta que llegue a su mayoría de edad y/o se independice?
El fragmento al que me refería, y que de alguna manera está relacionado con lo que acabo de comentar es el siguiente:
No hace mucho, un indio errante fue a vender unas cestas a casa de un conocido abogado de mi pueblo. «¿Quiere usted comprar cestas?», preguntó. «No, no queremos ninguna», fue la respuesta. «¡Cómo!», exclamó el indio mientras se dirigía hacia el portón. «¿Acaso pretende usted hacernos morir de hambre?». Al ver que sus industriosos vecinos blancos estaban tan bien de fortuna —que al abogado le bastaba con pergeñar algunas argumentaciones para que, de modo mágico, atrajera junto a sí caudal y fama— se había dicho: «Voy a entrar en negocios, trenzaré cestas; es cosa que puedo hacer». Creyó, así, que una vez confeccionadas aquellas, él habría cumplido ya con su trabajo y seria entonces cuestión de que el blanco las comprara y cumpliera con el suyo. No se había parado a pensar en que había que hacerlas de tal manera que valiera la pena adquirirlas o, por lo menos, que el otro lo creyera así.
Bien, ya hemos hablado de hijos y de cestas, ahora hablemos de libros. ¿Qué pasa cuando un autor ha escrito un libro? ¿Ya ha terminado su trabajo o ocurre como cuando tiene un hijo al que debe cuidar durante mucho tiempo? El indio del relato había pensado que su trabajo se iba a limitar a hacer las cestas. Al fin y al cabo… ¿qué más podía hacer? ¿Pero de qué sirve hacer las cestas si no puede venderlas?
Los autores y sus libros han de seguir juntos después de haberlos escrito
Los autores y sus libros no deben separarse en el momento de nacer.
Lo de escribir es una carrera de fondo porque no termina con la palabra FIN (bueno, quien aún ponga eso al terminar un libro, cosa que yo nunca he hecho, no me preguntéis por qué). El trabajo parece que acaba de empezar, y ya no solo me refiero a las correcciones y revisiones, más correcciones, reescrituras y más relecturas, sino incluso al momento en el que ya tenemos el libro editado, sea por una famosa y gran editorial, sea en autoedición, o sea en impresión bajo demanda, o en digital en Amazon. Eso poco importa. El caso es que el libro ya ha salido a la luz, pero todavía no se ha independizado, todavía necesita del autor para promocionarlo y darlo a conocer. ¿Quién mejor que el autor para defender su obra entre sus círculos de conocidos? Esos círculos llevarán a otros y esos a otros más, pero el primer empujón hay que darlo, y tiene que darlo el autor. No podemos desentendernos de nuestra criatura cuando todavía no ha comenzado a andar por el simple hecho de haberlo inscrito en una guardería, ni nos servirá de nada hacer cestas si no hacemos nada por conseguir compradores de cestas.
Pensando en todo esto nació la PHANTOM COLLECTION. La oportunidad que damos a cualquier autor de ver su libro impreso en papel y a la venta en impresión bajo demanda. Sin costes para el autor, sin tener que ceder los derechos y sin compromisos de permanencia. El autor nos envía el libro y nosotros lo incorporamos a la colección en cuestión de horas [el plazo que hemos marcado es de 30 días pero lo normal es que todo vaya mucho, mucho más rápido]. Llegado ese momento el autor tiene que implicarse en su promoción, al menos en las redes sociales y en todo su entorno. Eso hará que se vendan algunos ejemplares, lo cual a su vez hará que el autor reciba libros gratuitamente (en la Phantom, por cada venta, el autor tiene derecho a un ejemplar gratis). Esos libros los podrá utilizar luego en presentaciones físicas que acabarán en más ventas. Si el libro lo vale, las opiniones de los primeros lectores empezarán el boca a boca (o boca oreja), y se podrán vender más libros. Pero para que todo eso empiece a rodar se necesita que el escritor no dé por finalizado su trabajo al terminar el libro. Por eso animamos a los autores a que promocionen sus criaturas, que las ayuden a caminar.
Ramón Cerdá
by Ramón Cerdá | Jul 9, 2015 | Blog, Consejos para escritores |
«Los escritores del método» es solo una expresión mía [no peyorativa], que nadie se ofenda por ello.
Muchas veces me preguntan sobre cómo escribir una primera novela, cómo empezar, y sobre todo, qué método utilizar, y sé que, a menudo, puedo defraudar a alguien con mi respuesta. No formo parte de los escritores del método; mi único secreto es la constancia y el trabajo diario cuando empiezo a escribir una novela. A veces comienzo con la historia más o menos clara en el interior de mi cabeza [aunque a menudo cambia radicalmente una vez terminada], otras tengo más o menos claro el final pero no el desarrollo, otras solo tengo en mente a un personaje, como me ocurrió en mi novela El síndrome del delfín, en la que, al empezar a escribirla, solo sabía que mi personaje principal era un insomne radical y poco más. Empecé desarrollando el personaje y unas hilos me llevaron a otros hasta que terminé la novela.
Los escritores del método: los hay buenos y malos porque el método no es lo que los hace de un modo u otro.
Puede parecer un sistema caótico de escribir, pero yo no lo considero así ni mucho menos, pese a que algunos escritores del método lo critiquen porque es radicalmente opuesto a lo que ellos hacen. Y que conste que yo no critico su método, aunque algunos de ellos sí critiquen el mío ;-), o su ausencia que en realidad no es tal, simplemente mi método es más abierto.
Que conste que cuando digo lo de escribir la historia sobre la marcha sin tener un guion preestablecido no quiero decir que no se tenga uno que documentar; eso son cuestiones distintas. La documentación de una novela es importante, aunque dependiendo del tipo de novela y de historia, hay que profundizar más en ella o menos. Mis novelas más documentadas por necesidad de argumento son El príncipe de las moscas, El encantador de abejas y La Ropavejera, pero todas contienen trabajo de documentación. De eso hablaré más profundamente en otro post.
¿Qué son los escritores del método?
Hay muchos autores (buenos y malos) a los que yo llamo los escritores del método que, antes de empezar a escribir la novela y partiendo de la primera idea, preparan una escaleta, escena por escena, además de preparar una sinopsis del argumento, breve primero y más amplia después. Este método es una derivación de la forma de trabajar que tienen los guionistas, donde eso está más justificado porque una película (y por lo tanto su guion) es algo más encajonado (y técnico) que una novela. La novela permite muchas más variaciones y tiene mayores posibilidades de crear la historia de distintos modos. Bajo mi punto de vista, encasillarse en la escaleta enfría la historia y le quita frescura a los personajes. Pero como digo, no lo critico, simplemente me reafirmo es lo que a mí realmente me funciona. Lo que sí que critico es a quien quiere «vender» el método diciendo que esa es la única manera de aprender a escribir, o pretende que alguien, sin ninguna cualidad para escribir, pueda escribir una buena novela por haber hecho un curso.
Mi consejo a los noveles:
Ya he dicho en varias ocasiones que yo no soy muy partidario de los talleres de escritura y similares, pero no por ello los desaconsejo. Lo que sí que aconsejaría a alguien que quiere empezar, si se me permite, es que experimente por su cuenta antes de entrar en un taller, en un método… hacerlo demasiado pronto podría cuadricular y coartar su forma de actuar. Primero debe experimentar, jugar, soltarse, equivocarse… y solo después, plantearse la posibilidad de aprender un método para mejorar (o no) su estilo.
Ramón Cerdá