Algunos consejos para escribir relatos cortos, según Edgar Allan Poe

Algunos consejos para escribir relatos cortos, según Edgar Allan Poe

Personalmente prefiero la novela antes que el relato corto, pero también he escrito algunos de estos. De hecho ayer mismo terminé uno que quiero incluir en la antología que voy a publicar del SEGUNDO CONCURSO DE RELATOS EN PAPEL. Iba a incluir uno ya escrito, como hice en la primera convocatoria, pero me entró el gusanillo y esta vez publicaré uno inédito. Dar algunos consejos para escribir relatos cortos puede que sea algo ya muy visto, basarse en teorías de Poe para relatos y poesía, tampoco es nada nuevo, pero sí que quiero aprovechar para comentar algunas de sus teorías y si son solo de aplicación para relato corto, o también nos pueden valer (algunas) para escribir una novela de mayor enjundia. Al final del post incluiré también la transcripción de un fragmento del ensayo de Poe que me parece interesante.

 

Cuatro consejos para escribir relatos cortos y su transponibilidad(1) [o no] a la novela

 

#Algunos consejos para escribir relatos cortos

Algunos consejos para escribir relatos cortos, según las teorías de POE

El final es lo más importante, antes de empezar a escribir el relato, el autor debe conocerlo y establecer el clímax

Esta cuestión puede ser aplicable también a la novela, pero no es algo tan necesario como en el relato corto. La novela nos da tiempo a elucubrar y a experimentar distintas líneas del argumento, con lo cual, el autor se puede permitir el lujo de desconocer el final y ser el primer sorprendido al escribirlo. Por mi experiencia debo decir que algunas de mis novelas han comenzado simplemente así, sabiendo el final al que quería llegar y, a partir de ahí, he ido elaborando toda la trama. Pero eso es muy relativo:

1.- Partiendo de ese punto preestablecido, uno se da cuenta al llegar al final, después de haber escrito toda la novela, que es mejor acabarla de otro modo. Eso no debe hacernos sentir mal, todo lo contrario, quizás podamos usar el final original para otra novela.

2.- No conocer el final de antemano no debería detener nuestras ansias de escribir. No es imprescindible conocer el final; a veces ni siquiera es necesario conocer la temática de la novela. Lo he comentado en varias ocasiones, cuando comencé a escribir El síndrome del delfín, lo único que yo sabía de la novela era que el personaje principal iba a ser un insomne con problemas psicológicos ocasionados por la falta de sueño.

Ahora bien, aquí estamos hablando de relato corto y creo que no hay vuelta atrás. Aquí sí es cierto y categórico, al menos en mi caso, que nunca empiezo un relato de este tipo sin previamente tener claro dónde quiero llegar. Solo puedo decir que en este punto en concreto, estoy 100% de acuerdo con POE. De hecho ya lo estaba antes de saber cómo pensaba él.

 

Que sea corto resulta una obviedad, pero una obviedad a tener en cuenta

Evidentemente, si hablamos de un relato corto, debemos de comprometernos a que sea así: corto. Es cierto que a veces uno se pone a escribir y unas cosas llevan a otras y nos alargamos más de lo debido. En una novela eso puede ser interesante (incluso necesario a veces), pero jamás debemos dejarnos llevar cuando trabajamos en un relato corto. ¿Pero qué es corto?, esa es otra de esas relatividades de la ciencia. Cada uno considerará corto o largo, según qué. La mayoría de los criterios coinciden en que un relato corto debería tener menos de 7.500 palabras. Personalmente, los relatos cortos prefiero que sean más cortos y que no tengan mucho más de 2.000 palabras.

El criterio de POE, número de palabras aparte, es que un relato corto es aquel que pueda (y debe) leerse de una sola sentada. Cosa también relativa y más hoy en día en la que estamos acostumbrados a leer en breves dosis. La idea del relato corto es que el lector no pierda en ningún momento el hechizo, sin interferencias con la vida cotidiana. Llegados a este punto… ¿Es eso aplicable a la novela? La respuesta fácil sería decir NO, pero la respuesta no es tan sencilla. Cuando se escribe novela, lo normal es dividirla en capítulos, y uno de los recursos del novelista (al menos yo lo hago a menudo) es generar dudas o sorprender al lector al finalizar un capítulo. Eso lo mantendrá en vilo hasta empezar el siguiente. De ese modo, hasta cierto punto, podemos aplicar esta teoría de POE a la novela.

 

Musicalidad

No olvidemos que POE escribía poesía, así que este consejo es más aplicable a la poesía que a los relatos cortos, pero también vale para el relato corto, e incluso podría valer en la novela. Yo lo he usado en el relato que escribí ayer: El vaticinio de las sombras.

La recomendación es repetir ciertas frases o situaciones a lo largo del relato para marcar los tiempos. Algo muy usado en El cuervo.

 

Delimitar los espacios y los escenarios

Evidentemente, tratándose de un relato corto no podemos perdernos en largas descripciones ni ir cambiando continuamente de escenario. Sería más como una pequeña obra de teatro. Hay que limitar el escenario y simplificarlo al máximo.

 

 

(1) Ley de la Psicología de la forma que, aplicada a la percepción visual, permite
trasladar una configuración de una situación a otra.

 

En una nota que en estos momentos tengo a la vista, Charles Dickens dice lo siguiente, refiriéndose a un análisis que efectué del mecanismo de Barnaby Rudge: “¿Saben, dicho sea de paso, que Godwin escribió su Caleb Williams al revés? Comenzó enmarañando la materia del segundo libro y luego, para componer el primero, pensó en los medios de justificar todo lo que había hecho”. Se me hace difícil creer que fuera ése precisamente el modo de composición de Godwin; por otra parte, lo que él mismo confiesa no está de acuerdo en manera alguna con la idea de Dickens. Pero el autor de Caleb Williams era un autor demasiado entendido para no percatarse de las ventajas que se pueden lograr con algún procedimiento semejante. Si algo hay evidente es que un plan cualquiera que sea digno de este nombre ha de haber sido trazado con vistas al desenlace antes que la pluma ataque el papel. Sólo si se tiene continuamente presente la idea del desenlace podemos conferir a un plan su indispensable apariencia de lógica y de causalidad, procurando que todas las incidencias y en especial el tono general tienda a desarrollar la intención establecida. Creo que existe un radical error en el método que se emplea por lo general para construir un cuento. Algunas veces, la historia nos proporciona una tesis; otras veces, el escritor se inspira en un caso contemporáneo o bien, en el mejor de los casos, se las arregla para combinar los hechos sorprendentes que han de tratar simplemente la base de su narración, proponiéndose introducir las descripciones, el diálogo o bien su comentario personal donde quiera que un resquicio en el tejido de la acción brinde la ocasión de hacerlo. A mi modo de ver, la primera de todas las consideraciones debe ser la de un efecto que se pretende causar. Teniendo siempre a la vista la originalidad (porque se traiciona a sí mismo quien se atreve a prescindir de un medio de interés tan evidente), yo me digo, ante todo: entre los innumerables efectos o impresiones que es capaz de recibir el corazón, la inteligencia o, hablando en términos más generales, el alma, ¿cuál será el único que yo deba elegir en el caso presente? Habiendo ya elegido un tema novelesco y, a continuación, un vigoroso efecto que producir, indago si vale más evidenciarlo mediante los incidentes o bien el tono o bien por los incidentes vulgares y un tono particular o bien por una singularidad equivalente de tono y de incidentes; luego, busco a mi alrededor, o acaso mejor en mí mismo, las combinaciones de acontecimientos o de tomos que pueden ser más adecuados para crear el efecto en cuestión. He pensado a menudo cuán interesante sería un artículo escrito por un autor que quisiera y que pudiera describir, paso a paso, la marcha progresiva seguida en cualquiera de sus obras hasta llegar al término definitivo de su realización.

Edgar Allan Poe – 1846

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