Mário de Sá-Carneiro
Minúscula Letra Celeste
ISBN: 84-8211-283-x
Año de esta edición: 2000
Páginas: 64
BREVE RESEÑA Llegué a Sá-Carneiro por Pessoa, contemporáneo suyo. El libro del desasosiego, El banquero anarquista, su poesía… Todas las obras del célebre autor de los heterónimos son más que interesantes. En un libro de cuentos portugueses de la editorial Gadir, que incluía además a Eça de Queirós y Castelo Branco, venían dos inquietantes relatos de un autor desconocido para mí, y creo que para mucha gente.
A partir de ahí empecé a indagar en la vida y obra de Sá-Carneiro: comprobé que fue increíblemente precoz en su obra, escribiendo un puñado de obras notables apenas rebasados los veinte años. También supe que se había suicidado tomando veneno, tras vivir unos últimos meses plenos de lujuria y excesos. En su país, Portugal, goza de cierta fama; fuera de allí carece del reconocimiento que sin duda merece.
Locura es una novela psicológica, seguramente tan buena como El túnel de Sabato, y que además la antecede. El protagonista es alguien a quien podríamos definir perfectamente como un triunfador: atractivo, culto, artista famoso. Un hedonista, que, sin embargo, vive atormentado por el paso del tiempo. Un tipo que reconoce no tener coraje para asistir a su propio declive.
Recomiendo la lectura de esta corta pero nada ligera obra, prologada y traducida de forma excelente por Pedro Mireles. Es un homenaje a la belleza, la juventud y el esplendor de la vida, pero también a la locura y la muerte.
Desde luego, no dejará indiferente a nadie.
«¡Ah! Tú necesitas entretenerte… Para eso escribes; esto es, trabajas. Pero, querido, entretener significa pasar tiempo. Ahora bien, ya el tiempo pasa demasiado acelerado; no necesita de impulsos. Los hombres deberían buscar entretener al tiempo, y no entretenerse a sí mismos…».
«…Porque vinieron a aclarar en mi mente una idea que hace mucho que venía fraguándose en ella. ¡Sí! ¡Es horrible la vida! Somos jóvenes, amamos y cada día va consumiendo nuestro organismo, envejeciéndonos… Asistimos, nosotros mismos, a la lenta muerte de nuestro cuerpo… En cuanto besamos una boca ardiente, en cuanto modelamos la carne de un cuerpo divino, nos va minando el tiempo, ¡ese cáncer enorme!… ¡Oh!, bastante razón tenía yo cuando me quería aburrir ¡para que al tiempo le llevara más tiempo pasar! No tendré coraje para resistir tal suplicio… El remedio es simple…».
SINOPSIS Transcurrido un tiempo de la muerte del afamado escultor Raúl Vilar, su mejor amigo intenta dar luz acerca de las extrañas circunstancias que rodearon el «inexplicable» suicidio de Raúl. Una mente hipersensible y la turbación por el inexorable paso del tiempo se muestran como los detonantes de la decisión, premonitoria del propio final del autor.
BIOGRAFÍA Mário de Sá-Carneiro nació en Lisboa el 19 de mayo de 1890, en el seno de una familia burguesa. Perdió a su madre con apenas dos años de edad.
Muy pronto comienza a mostrar su talento para la escritura, a los doce años escribía poesía y realizaba traducciones. Viaja a Coímbra con la idea de estudiar Derecho, pero no tarda en abandonar el propósito. Sin embargo, en esa ciudad conoce a la persona que mejor supo entenderle, Fernando Pessoa, el cual le introdujo en los círculos modernistas de la época. Posteriormente, junto al propio Pessoa, Almada-Negreiros y otros escritores vanguardistas portugueses fundaría la revista Orpheu, de la que solo llegaron a publicarse dos números, pero que consiguió escandalizar el ambiente literario de su país.
Alternó estancias en Lisboa con la vida bohemia en París, desde donde mantuvo correspondencia con Pessoa. Esas cartas sirven para mostrar el mejor retrato de Sá-Carneiro, la creciente angustia que se cernía sobre él, fruto de la decepción entre la vida real y la que él imaginaba. Yo no soy ni yo ni el otro, soy tan solo algo intermedio, decía un poema suyo.
Dotado de una sensibilidad extrema, enfermiza, dejó escritas unas cuantas novelas cortas, entre las que destaca La confesión de Lúcio y la colección reunida en El cielo en llamas. En ellas plasma las obsesiones que más le atormentaron: la pasión extrema, la locura y la muerte.
No llegó a cumplir los veintiséis años, unos días antes puso fin a su vida tomando cinco frascos de estricnina delante de su amigo José de Araújo, en un hotel de París.
@lecturaderamon