Es evidente que el lenguaje es algo vivo, pero siempre nos encontramos con reacciones contradictorias de los usuarios. Muchos son los que, ante un cambio de cualquier normativa referida a la forma de escribir, ponen el grito en el cielo defendiendo que siempre se ha hecho de tal o cual forma y no se entiende que ahora lo quieran cambiar. Ante esta forma de ver las cosas, nos deberíamos de plantear que los cambios no se están produciendo ahora, sino que se han producido siempre, de hecho, los que nos hemos leído El Quijote, no lo hemos leído tal como lo escribió Cervantes porque muchas son las cosas que han cambiado en el lenguaje desde entonces. Si admitimos eso, ¿por qué no hemos de admitir que las cosas siguen cambiando y hemos de ir adaptándonos?
Es cierto que podemos estar más o menos de acuerdo con según qué cambios, pero normalmente son bastante coherentes y beneficiosos. Cuando se dejó de tildar la palabra solo, muchos fueron los que se manifestaron en contra alegando que así se podrían ocasionar confusiones en el lenguaje, pero eso no es cierto, las únicas «confusiones» son ejercicios de libro que en la vida real no se producen, o si se produjesen, se pueden solucionar cambiando el solo por el solamente, pero normalmente ni siquiera eso es necesario porque para algo sirve también el contexto. Esa frase de «Estoy bebiendo un café solo» es uno de los ejemplos recurrentes. ¿Se refiere a que estoy yo solo tomándome un café, o puedo estar con más gente tomando un café solo sin leche? El contexto nos lo dirá, y si no, bastaría con decirlo de otro modo. Si quiero dar a entender que estoy solo sin ninguna compañía, podría decir: «Estoy yo solo bebiendo un café», o «Estoy bebiendo un café, solo», por ejemplo. En cualquier caso acaba siendo más ventajoso no acentuar nunca la palabra porque al fin y a la postre no nos aporta nada. Lo mismo ocurre con este, ese, aquel… Lo cierto es que no servía de mucho que se acentuaran unas veces sí y otras no. Uno siempre estaba con la duda y tenía que hacer ejercicios mentales para saber cuándo llevaban el acento y cuándo no.
Los cambios que estoy mencionando no son nuevos, provienen del 2010, pero todavía son muchos los que se resisten a aplicar las nuevas normas, cosa que yo respeto, pero que no comparto. Una simplificación del idioma escrito no tiene por qué interpretarse como un empobrecimiento del mismo, cuando no lo es.
Resumiendo, algunas de las palabras que han dejado de acentuarse y yo lo he hecho con mucho gusto, son las siguientes:
Solo.
Los demostrativos este, ese, aquel, esta, esa, aquella, estos, esos, aquellos, estas, esas y aquellas.
Los monosílabos como truhan, guion, ion, pion (algunas todavía me las marca el corrector como erróneas al no acentuarlas).
La o cuando va entre números: 100 o 105.
En cualquier caso, si alguien sigue acentuándolas tampoco es nada grave, por lo menos mientras no se critique a quienes hemos dejado de hacerlo.
Lo que sí me ha llamado más la atención y me parece un tanto inútil, además de complicado, es eso de acentuar la y griega, que por cierto ya no se llama así, sino ye, cuando tiene valor de vocal. Por ejemplo en Ýñigo. Y es complicado porque los teclados no están preparados para ello.
Ramón Cerdá
Siempre es de agradecer este tipo de información. Gracias Ramón.