Los autores y sus libros; los indios y sus cestas

He de reconocer que no he leído mucho de Henry David Thoreau (lo subsanaré), pero sí que he leído algunas citas y fragmentos de sus obras. Internet es lo que tiene a veces, que buscando unas cosas encuentras otras y esas te llevan a otras, y otras más que nada tienen que ver con lo que estabas buscando; llega un momento en el que te ves inmerso leyendo algo que no buscabas porque ni siquiera sabías que existía, hasta el punto que olvidas lo que buscabas. ¿No os ha sucedido nunca? Seguro que sí, hasta es posible que no sepas por qué estas leyendo esto ahora.

El caso es que hay un fragmento de un relato de Thoreau que sería aplicable a diferentes casos de nuestras vidas. Cuando somos padres (yo aún recuerdo el acontecimiento a pesar de que hace una eternidad de aquello) nos encontramos con una criatura entre nuestras manos que sabemos (o tememos) que va a requerir de toda nuestra atención a partir de ese momento. Sí, ya hemos tenido al hijo que buscábamos, ¿pero qué hacemos con él hasta que llegue a su mayoría de edad y/o se independice?

El fragmento al que me refería, y que de alguna manera está relacionado con lo que acabo de comentar es el siguiente:

No hace mucho, un indio errante fue a vender unas cestas a casa de un conocido abogado de mi pueblo. «¿Quiere usted comprar cestas?», preguntó. «No, no queremos ninguna», fue la respuesta. «¡Cómo!», exclamó el indio mientras se dirigía hacia el portón. «¿Acaso pretende usted hacernos morir de hambre?». Al ver que sus industriosos vecinos blancos estaban tan bien de fortuna —que al abogado le bastaba con pergeñar algunas argumentaciones para que, de modo mágico, atrajera junto a sí caudal y fama— se había dicho: «Voy a entrar en negocios, trenzaré cestas; es cosa que puedo hacer». Creyó, así, que una vez confeccionadas aquellas, él habría cumplido ya con su trabajo y seria entonces cuestión de que el blanco las comprara y cumpliera con el suyo. No se había parado a pensar en que había que hacerlas de tal manera que valiera la pena adquirirlas o, por lo menos, que el otro lo creyera así.

Bien, ya hemos hablado de hijos y de cestas, ahora hablemos de libros. ¿Qué pasa cuando un autor ha escrito un libro? ¿Ya ha terminado su trabajo o ocurre como cuando tiene un hijo al que debe cuidar durante mucho tiempo? El indio del relato había pensado que su trabajo se iba a limitar a hacer las cestas. Al fin y al cabo… ¿qué más podía hacer? ¿Pero de qué sirve hacer las cestas si no puede venderlas?

Los autores y sus libros han de seguir juntos después de haberlos escrito

Los autores y sus libros no deben separarse en el momento de nacer.

Los autores y sus libros no deben separarse en el momento de nacer.

Lo de escribir es una carrera de fondo porque no termina con la palabra FIN (bueno, quien aún ponga eso al terminar un libro, cosa que yo nunca he hecho, no me preguntéis por qué). El trabajo parece que acaba de empezar, y ya no solo me refiero a las correcciones y revisiones, más correcciones, reescrituras y más relecturas, sino incluso al momento en el que ya tenemos el libro editado, sea por una famosa y gran editorial, sea en autoedición, o sea en impresión bajo demanda, o en digital en Amazon. Eso poco importa. El caso es que el libro ya ha salido a la luz, pero todavía no se ha independizado, todavía necesita del autor para promocionarlo y darlo a conocer. ¿Quién mejor que el autor para defender su obra entre sus círculos de conocidos? Esos círculos llevarán a otros y esos a otros más, pero el primer empujón hay que darlo, y tiene que darlo el autor. No podemos desentendernos de nuestra criatura cuando todavía no ha comenzado a andar por el simple hecho de haberlo inscrito en una guardería, ni nos servirá de nada hacer cestas si no hacemos nada por conseguir compradores de cestas.

Pensando en todo esto nació la PHANTOM COLLECTION. La oportunidad que damos a cualquier autor de ver su libro impreso en papel y a la venta en impresión bajo demanda. Sin costes para el autor, sin tener que ceder los derechos y sin compromisos de permanencia. El autor nos envía el libro y nosotros lo incorporamos a la colección en cuestión de horas [el plazo que hemos marcado es de 30 días pero lo normal es que todo vaya mucho, mucho más rápido]. Llegado ese momento el autor tiene que implicarse en su promoción, al menos en las redes sociales y en todo su entorno. Eso hará que se vendan algunos ejemplares, lo cual a su vez hará que el autor reciba libros gratuitamente (en la Phantom, por cada venta, el autor tiene derecho a un ejemplar gratis). Esos libros los podrá utilizar luego en presentaciones físicas que acabarán en más ventas. Si el libro lo vale, las opiniones de los primeros lectores empezarán el boca a boca (o boca oreja), y se podrán vender más libros. Pero para que todo eso empiece a rodar se necesita que el escritor no dé por finalizado su trabajo al terminar el libro. Por eso animamos a los autores a que promocionen sus criaturas, que las ayuden a caminar.

Ramón Cerdá

 

 

1 Comment

  1. Me ha encantado la metáfora, jijiji. Así es. Me siento totalmente identificado con tus palabras. ;-)

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