Que no te obsesionen las florituras

Que no te obsesionen las florituras

Escribe como eres. Ya irás mejorando tu estilo con el tiempo.

«El lenguaje no está obligado a llevar permanentemente corbata y zapatos de cordones. El objetivo de la narrativa no es la corrección gramatical, sino poner cómodo al lector, contar una historia… y, dentro de lo posible, hacerle olvidar que está leyendo una historia».

Stephen King

Ya lo he dicho otras veces pero lo repito: nunca he soñado con ser un gran literato. Lo que quiero es escribir lo que me gusta y hacerlo de una manera sencilla, que resulte accesible al gran público que es el destinatario de mis obras. Un lenguaje sin excesivas florituras, contemporáneo, que enganche al lector en las interioridades de una trama interesante y que le mantenga entretenido a lo largo de la lectura. Para las florituras y el lenguaje rebuscado ya está la poesía —esto no es una crítica hacia la poesía, solo que dicho género acepta más la pomposidad, sin que por ello desmerezca el texto—. La prosa debería ser siempre natural, sobre todo en los diálogos, que han de resultar creíbles para el lector. Los personajes han de hablar como se habla en el día a día y no con palabras y expresiones complicadas, pomposas o falsamente castas, que solo existen en la literatura.

¿Soy por ello un sacrílego?

Sin duda más de uno me considerará de ese modo, pero es que personalmente no soporto que haya gente que se avergüence en público de que le gustan los novelistas comerciales contemporáneos, autores de superventas, que los lea en secreto y a escondidas, y que cuando habla de libros diga que lee a Platón y además le entusiasma. Yo no digo que no haya que leer a los clásicos, por supuesto que sí, pero ¿nos hemos de privar por ello de leer a los contemporáneos? ¿Nos hemos de esperar a que se conviertan en clásicos? No duraremos tantos años.

¿Eres de los que dice que solo lee a autores que llevan más de medio siglo muertos?

Es una frase más habitual de lo que parece, la he oído de varias bocas y la respeto, pero desde luego no comparto este prejuicio —porque se mire por donde se mire es un prejuicio— de darle más valor a las cosas porque sean viejas o porque sus autores estén muertos. ¿Quiere eso decir que cuando estaban vivos, esos mismos textos que ahora valen tanto no valían nada? En las distintas artes siempre pasan cosas así: Van Gogh no vendió un solo cuadro estando vivo, y quién sabe si hubiésemos leído la trilogía de Stieg Larsson de no haber fallecido joven; puede que, de no haber muerto, todavía estuviese intentando publicarla. Claro que muchos, después de haberla leído pensarán que no valía la pena haberlo hecho, pero sin duda ha sido un éxito comercial y ha gustado a mucha gente. Eso es indiscutible. ¿Valor literario? Mejor que opinen de ello los críticos.
Personalmente me parece un error, tanto defender lo clásico a ultranza como algo que es bueno sin duda alguna, como atacar lo contemporáneo afirmando que es malo de forma generalizada. Antes de seguir por estos derroteros deberíamos preguntarnos por esos conceptos tan sufridos: ¿qué significa bueno y qué quiere decir malo? ¿Quién decide esas calificaciones? Soy de los que piensa que los debería establecer el destinatario final que es quien compra y lee los libros, pero entonces… ¿cómo se explica que se critique tanto a los superventas y que en cambio los compre y los lea tanta gente?
Aquí, justo en este punto de la lectura, aparecerá el lector de turno —lo respeto— diciendo o pensando algo así como que, no porque un millón de personas hagan una misma barbaridad, deja de ser una barbaridad. Es cierto, y sería aplicable a muchas cosas, pero maticemos: ¿cuál es el objetivo de las novelas? Si partimos de la base de que una novela es una ficción que puede o no incluir hechos reales, de que su objetivo prioritario es el de entretener —como el cine— y divertir al lector, ¿qué objeto tiene aburrirle? Siguiendo con el cine como ejemplo, solo una minoría va a ver lo que se conoce como cine de autor, y la mayoría nos tragamos el cine comercial. Yo aseguro ante Dios, que ni todo el cine de autor es bueno, ni todo el cine comercial es malo, pero eso sí, normalmente me divierto más con el cine comercial. ¿Soy por ello un pecador? Posiblemente, pero cuán dulce y económico es a veces el pecado.

«Prefiero entretener a la gente con la esperanza de que aprendan algo que enseñarles con la esperanza de que se entretengan».

Walt Disney

Escribe como te sientas más a gusto. Tal vez seas de los que prefiere las florituras y la prosa más recargada; esa será tu decisión, pero si es así, hazlo porque te gusta, no porque creas, o alguien te haya dicho, que para ser novelista hay que hablar de manera rimbombante para que pocos sean los que te entiendan. Si lo haces porque en el fondo de tu ser se encuentra un sesudo literato que quiere aflorar a la superficie, adelante, ese puede que sea tu destino. ¿Por qué no?
Y por favor… que no te avergüence leer lo que te gusta. Yo no me escondo, ni forro las tapas con papel de periódico, cuando leo una novela de Stephen King, Dan Brown, Douglas Preston, Agatha Christie o John Katzenbach. Los leo porque me gusta cómo escriben y me da igual lo que los críticos digan de ellos. Para mí siempre será más válido mi criterio personal y la satisfacción que me aportan estos autores —y otros muchos que no he nombrado— que lo que se diga de ellos.

@lecturaderamon

@ramoncerda

2 Comments

  1. Totalmente de acuerdo! Lo más importante es leer a quienes nos gusta y lo mismo a la hora de escribir.
    Y sobre todo no avergonzarse de lo que uno lee. Después de todo somos dueños de buscar lo que necesitamos en ese momento en las letras ya sean de clásicos, contemporáneos, escritores conocidos o no. A veces nos podemos sorprender con las lecturas de los escritores que surgen.
    Un placer leerte Ramón, soy de las que no leían nada a no ser que fuera romántico; sin embargo fui descubriendo nuevos autores y con gusto leo géneros que nunca hubiese creído leer. (Además darme cuenta que en la mayoría de las novelas, sean del género que sean, hay amor, como en Tierra de libélulas” que me encantó.

    Ya falta poco para acabar de leer “El síndrome del delfín” ( además de visitas familiares estuve escribiendo una novela que me hizo dejar de lado mucho tiempo mis cosas, perdón).
    Pero me hice una admiradora de tus escritos. :) El encantador de abejas y Recuerdos son geniales, también los leí.
    Un abrazo,

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  2. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Me ha gustado tu artículo y lo que dices es totalmente cierto. Creo que en el mundo de la literatura hay demasiado critico, que disfruta buscando siempre la parte negativa de cada libro que se publica. Pasa lo mismo con el cine y con otras cosas, que cuando tienen éxito, son malas, cuando lo principal como bien dices, es entretenerse y disfrutar, y en el caso concreto de las novelas, cuando leo una y me hace pasar un buen rato, poco me importa su calidad literaria, otras cosa es escribir con faltas de ortografía o no saber redactar correctamente, lo demás lo dejo para los Premios Nobel de Literatura.
    Enhorabuena por tu página.
    Un saludo.

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