Al otro lado del río y entre los árboles

Al otro lado del río y entre los árboles
Reseña escrita por Antonio Mateos Muñoz

Reseña escrita por Antonio Mateos Muñoz

Ernest Hemingway

Novela

Planeta

ISBN – 978-84-32021374

Año de esta edición 1976

Páginas 249

 

#Al otro lado del río y entre los árbolesBREVE RESEÑA: Esta es la última novela publicada por Ernest Hemingway, el «dios de oro de la literatura americana», según la ditirámbica apreciación de Alfred Kazin. Pocas cosas hay más agradables que hallarse entre los brazos de una mujer joven, sobre todo si uno ya ha dejado esa feliz etapa. De esos amores disjuntos, participaron muchos, el fáustico Goethe, el morboso Moravia, el obsesivo Sartre, el glotón don Camilo o san Camilo y el aludido Hemingway. Como nada hay unánime en el mundo, Stephen Vicinczey prefería estar en brazos de la mujer madura. La historia de un coronel quincuagenario, enamorado de una joven de diecinueve años, constituye el núcleo narrativo de esta novela. El tópico mundo novelesco del escritor americano aparece, tal vez con menos empeño que en otros relatos: el coronel americano, que para más se llama Hunter, disfruta practicando la caza de patos. La relación entre el militar y la bella veneciana es claramente física: son incontables las veces en que se besan y se acarician. Como Lawrence, Hemingway piensa que la relación entre hombre y mujer es eminentemente física. Nada más alejado de aquello que Platón, y luego los escolásticos, llamaron amor intellectualis. Para añadir dramatismo a la historia, el coronel sufre una enfermedad coronaria incurable, de la que es plenamente consciente, y se esfuerza en apurar este amor para el que todo parece mostrarse en contra. Hemingway, que con frecuencia alarga el relato —las escenas amorosas llegan a cansar—, muestra una maestría sorprendente para lo que la retórica llama prosografía: «… entonces entró ella en la habitación, refulgente en su belleza juvenil y esbelta, y los cabellos revueltos por el viento. Tenía un cutis pálido, casi color de aceituna, un perfil capaz de partirle el corazón a cualquiera y unos cabellos negros y vivos que se derramaban sobre los hombros». Abundan los juicios literarios no exentos a veces de heterodoxia: «Dante era otro viejo con —dijo el coronel—. Quiero decir como hombre, no como escritor»; «Eso es de Shakespeare —le dijo al retrato—, el campeón invicto e indiscutido. Pero yo me inclino a reverenciarlo». Abundan las construcciones de otros idiomas, incluido el español, prueba de la vida errante y aventurera del gran escritor americano: «… un solitaire ambulante —error, no sé si imputable al autor o al editor— îlot de résistance, scalopine», gusto que, curiosamente, comparte con un escritor italiano: Malaparte.
La muerte, como fenómeno general y como algo que concierne muy directamente al protagonista ante su inminencia, despierta ecos profundos: «… la muerte es una buena porquería —pensó—. Se te entra a pequeños fragmentos que apenas denuncia que ya ha entrado. A veces llega en forma atroz. Puede surgir de un vaso de agua sin hervir, de la picadura de un mosquito; o puede llegar con el trueno enorme, clamoroso al rojo vivo, en el que hemos vivido…».

SINOPSIS: Publicado originariamente en 1950, este fue uno de los últimos libros dados a conocer por Hemingway, la historia de un idilio sin esperanzas en el marco de una Venecia invernal. El protagonista, el coronel Cantwell, un veterano cincuentón enamorado de la joven aristócrata Renata, de diecinueve años, se sabe condenado a muerte a corto plazo y quiere vivir sus últimas horas gozando plenamente de todo. Al otro lado del río y entre los árboles contiene algunos pasajes del mejor Hemingway, que nos hace revivir con una fuerza de sugestión inigualable un universo sensorial hecho de todo lo que se ve, se oye, se huele, se gusta o se palpa. Olores, sabores, sensaciones físicas se convierten en momentos privilegiados descritos con una precisión y fuerza extraordinarios.

BIOGRAFÍA: Ernest Miller Hemingway nació en un suburbio de Chicago en 1899. No tuvo la infancia más feliz. Entre otros desórdenes, su madre, a la que reconoció haber llegado a odiar, le vestía de niña. Contra la voluntad de sus progenitores renunció a los estudios de música y a ir a la universidad, decidiendo trasladarse a Kansas e iniciando así su carrera como reportero. Vivió la Primera Guerra Mundial como conductor de ambulancias en el frente italiano, resultando herido. Retornó a EEUU para continuar su trabajo como periodista, hasta que viajó a París, donde conoció el ambiente bohemio de la época. Allí empezó a adquirir fama como novelista. Pertenece, junto a Steinbeck, Fitzgerald, Faulkner y otros, a la llamada Generación Perdida. Participó también en la Guerra Civil Española, simpatizando con el lado republicano. Vivió intensamente, viajó por todo el mundo. Le gustaban el boxeo, los toros, la pesca, el futbol americano. Se casó cuatro veces. Bebía en exceso. En realidad, todo era excesivo en él.

Dentro de su producción, en la que también son importantes los relatos, destacan Fiesta, Adiós a las armas, Por quién doblan las campanas y la aquí reseñada El viejo y el mar, por la que recibió el Premio Pulitzer en 1953. Un año después fue galardonado con el Nobel de Literatura. En toda su obra, de notable sensibilidad, queda reflejada una existencia llena de aventuras, donde el valor y la nobleza son importantes.

Aquejado de múltiples problemas mentales, que también afectaron a mucha parte de su familia, murió por decisión propia el 2 de julio de 1961.

@lecturaderamon

 

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