Relatos cortos y microrrelatos
Editorial Revista Arenas Blancas – Nuevo Mexico, EUA
ISBN – 978-0-9890623-4-3
Año de esta edición: 2013
Páginas: 73
BREVE RESEÑA: Lo primero que uno podría preguntarse es: ¿Cuál es la diferencia entre relato y microrrelato? Es evidente que su longitud, aunque eso es algo relativo y no necesariamente determinante. Para que un relato se considere microrrelato no hay un único criterio establecido, aunque uno de ellos suele ser que no supere los mil caracteres. Sí, mil caracteres, que no palabras. El equivalente en palabras aproximado podría estar en 200, o sea, menos de una página, que suele tener entre 250 y 350 según la maquetación del libro.
Otra de las características del microrrelato se encuentra precisamente en lo que su extensión obliga, es evidente que con apenas doscientas palabras no podemos estar desarrollando personajes, ni siquiera el principal; el autor deberá centrarse en la idea, y tendrá que ser una idea muy concreta para que el lector «aterrice» desde la primera palabra en el concepto del microrrelato y quede inmerso en él de inmediato para poder llegar al final con algo nuevo, algo, a poder ser impactante. Es por eso que escribir microrrelatos no es precisamente algo sencillo.
Hay autores que los utilizan como «ejercicios» prácticos de su habilidad, una manera de desarrollar pequeños textos con las herramientas más indispensables, pensando en sus textos futuros.
Si seguimos con el criterio de los mil caracteres, en este libro podemos distinguir 23 microrrelatos distintos; el resto, bajo mi punto de vista entrarían en el terreno del relato, aunque eso sí, relato muy corto. Por eso creo que la definición de Micro Ficción que aparece en la portada del libro es perfectamente admisible, tanto para los más cortos, como para los más largos.
Como ejemplo voy a transcribir uno de los microrrelatos que apenas ocupa cuatro líneas del libro (y no es el más corto). Pese a su breve extensión, se observa cómo puede hacer meditar al lector después de su lectura. Ese es el objetivo de todo microrrelato:
Fue a agradecerle a Santo Toribio Romo por salvarle la vida en el desierto de Arizona. Cuando entró a la iglesia de Jolostotitlán se dio cuenta que el santo no se parecía al hombre que le dio agua.
La conexión entre autor y lector debe ser inmediata, y eso también requiere de una predisposición por parte de quien lee. La forma de leer un microrrelato es pensar primero en que lo que se va a leer es una pequeña dosis de literatura que debe aprovecharse desde la primera palabra; no estamos ante ninguna introducción, ni ante ninguna larga presentación de un personaje secundario donde podemos encontrar paja. Estamos DENTRO de la historia desde el instante uno. Recomiendo leerlos pausadamente, y detener la lectura al final de cada uno antes de pasar al siguiente. Hemos de dejar que el relato haga un cierto efecto en nosotros antes de adentrarnos en otro.
En Memorias de un camaleón estamos ante más de treinta de esas pequeñas dosis escritas muy lejos de donde ha llegado este ejemplar que ahora sostengo en mis manos.
BIOGRAFIA: Chicano-fronterizo interesado en la literatura y la política. Ingeniero en Sistemas de Computación, especialidad en Matemáticas. BA en Español y Estudios Chicanos.
@lecturaderamon
@ramoncerda