Jesús de las Heras, entrevista

Jesús de las Heras, entrevista

Con esta interesante entrevista doy comienzo a una nueva sección de la página. En este caso es mi amigo Jesús de las Heras quien ha tenido a bien contestar a mis preguntas sin ponerme ningún pero. De manera que le doy las gracias y comparto sus palabras:

 

Preguntas básicas:

1.-En tres líneas, una breve biografía tuya. 

Pues van a ser cuatro:

1: Nací en Cádiz en 1950. 

2: Crecí en Canarias, y estudié allí y en Gran Bretaña.

3: Desde 1976 vivo en Murcia, donde estudié música y enseñé inglés. 

4: Ah, sí, y escribí muchos libros. Y aún sigo haciéndolo. Ya llevo 25.

2.-¿Desde cuándo escribes?

Desde 2005.

3.-¿Estás trabajando actualmente con alguna nueva novela o proyecto? Háblanos un poco de ello.

Sí, estoy trabajando en mi El libro de las crónicas angélicas y las anécdotas diabólicas, que a pesar de estar ya publicado en Amazón lo sigo editando y ampliando con cuentos propios y de amigos que me han comunicado su deseo de colaborar en este proyecto. También estoy realizando mi primera incursión en la novela negra, con Un crimen terapéutico, bastante subido de tono, y que puede que guste tanto a los incondicionales del género, como a los que siempre lo hayan visto como algo previsible, porque este libro no lo está siendo. También participo actualmente en varias antologías de cuentos de diversos autores, como La fábrica de cuentos, que he organizado y estoy editando yo; Los siete pecados capitales, escrita por siete autores, seis hombres y una mujer; y ¡Temblad, temblad, malditos!, que es una antología, obviamente de terror y que aún no tiene título definitivo, pues somos cuatro autores que aún tenemos que decidir eso. Ha sido precisamente a raíz de intentar yo escribir un cuento de miedo, Pánico en el cementerio, en el que lo que me ha salido en realidad es un cuento de humor, por lo que me he propuesto como cuestión de honor hacer una incursión en el relato de miedo, suspense y crimen, que es algo que hasta ahora se me ha resistido. 

4.-¿Qué opinas de la autoedición y de que algunos autores hayamos decidido ser independientes?

La autoedición es la respuesta lógica al avance tan rápido de la tecnología y al anquilosamiento de las editoriales, que se han quedado en la casilla número uno de su ajedrez particular, y van a perder la partida. Esa casilla es la de todo por la pasta, y han hecho, a mi juicio, lo peor que podían haber hecho: copiar al cine, cuando es este el que ha estado viviendo toda la vida de la literatura. Por lo tanto los escritores que antes acababan dejándolo se han puesto las pilas y están editando y publicando por su cuenta, de modo que las editoriales tradicionales van a desaparecer del todo, excepto las que evolucionen y se adecuen a las innovaciones tecnológicas, pues la buena literatura siempre es buen negocio, pero mientras no pongan expertos en literatura para hacer la criba de todo lo que les llega, están condenadas a ahogarse en su propia codicia.

5.-¿En qué formato prefieres leer? Electrónico o tradicional ¿Tal vez el audiolibro?

A mí me gusta leer. Me da igual leer en la televisión que en papel higiénico. Tengo muchos libros, y he regalado muchas veces mi biblioteca entera. Pero no puedo estar sin comprar libros. Lo que sucede es que no soy rico, y por lo tanto no puedo comprar todo lo que quiero. Por suerte para mí vivo a un par de cientos de metros de la Biblioteca Regional de Murcia, con la que tengo una relación de amor un poco curiosa: saco muchos libros de los que ellos tienen, y compro muchos de los que no tienen y tras leérmelos se los regalo, para que otros como yo tengan la opción de leerlos también. 

Pero no cabe duda de que el libro electrónico es una ventaja enorme para un lector compulsivo como yo, pues con mi kindle me he bajado miles de libros, la mayoría de ellos gratis, y los demás por muy poco dinero, entre uno y tres euros. Eso es algo con que las multinacionales del papel no pueden competir. Y les está muy bien, por arboricidas.

6.-Tu género predilecto.

Buena pregunta. Creo que a ningún escritor (al menos a los que conozco) le gusta que le encasillen en ninguno. Yo diría que mis novelas son más bien en lo que los anglosajones llaman Cross Border, o sea, que pertenecen a varios géneros a la vez. Pero mi género predilecto como lector es la ciencia ficción, aunque he de reconocer que hay mucha morralla en eso. Algunos se creen que basta con ponerle una trompetilla en lugar de nariz y de orejas a un señor y ya pueden ponerse a hablar de la vida de su primo. La ciencia ficción es un género muy complejo, y así lo he entendido yo desde siempre, y de hecho mi tercera novela fue un ensayo sobre los viajes por el tiempo que se convirtió en una trilogía en que además de cuestiones científicas hay romance, suspense, y sobre todo una gran humanidad en los personajes, que me curré durante años, y con los que he llegado a tener una relación tan estrecha que a veces me parece que existen en la realidad. 

No obstante, en realidad yo diría que mi género predilecto es la fantasía, que en realidad el género que cultivamos todos los escritores, pues todo lo que hacemos sale de nuestra fantasía y además es fantástico, ¿no?

7.-¿Crees que el ebook sustituirá al libro en papel?

No me cabe duda alguna. El debate sobre el libro digital y el papirofléxico me parece tan sobredimensionado como el que en su día hubo entre el disco de vinilo y el CD, no hace todavía tanto tiempo. Recuerdo que una de las cosas que decían del CD es que no tenía alma, que su sonido era más frío. Y otras tonterías que me callo por decoro. Pues bien, el CD ha llegado y se ha ido, aunque aún sigue ahí de referencia. Yo creo que el libro de papel se irá, como se fueron el pergamino y las tablillas de barro en que los babilonios fijaban el saber humano para la posteridad. Siermpe habrá nostálgicos del libro de papel, como los hay del vinilo y de los códices medievales, pero al igual que estos, se gastarán mucho dinero en sus rarezas, mientras el resto de la humanidad leerá por medios digitales, como ya oye música en mp3.Y eso me temo que ocurrirá en decenios, quizá bienios.

8.-Háblanos de tu forma de escribir. ¿Sigues algún guion previo o haces fichas de tus personajes? ¿Te documentas?

Yo soy lo que el escritor Javier Marías llama de brújula. A partir del título me pongo a escribir en cierta dirección y cuando ya llevo el libro bastante avanzado suelo cambiarle el título varias veces, según vaya evolucionando el guión. Aunque últimamente, en este libro que estoy escribiendo, creo que me estoy contaminando del otro modus operandi, el de los escritores de mapa, los que tienen que tener todo predefinido, con cuadros sinópticos y línea de tiempo, así como documentación exhaustiva. Creo que, en el fondo, es un error. Escribimos novelas, no tesis doctorales. Naturalmente, hay cosas que no se pueden poner, como decir, en mi segunda novela, La versión de Tirolino, que el protagonista mide 1’60 metros de altura. El metro fue definido en el siglo 18 en Francia, y por lo tanto mi protagonista, que vivió diecisiete siglos antes, no podía medir eso, sino cinco pies y un palmo. Pero eso son cosas de las que te vas dando cuenta mientras vas escribiendo tu libro o que te dice alguien después, como en este caso, en que me lo dijo el prologuista, doctor en Historia Antigua. 

Sí, me suelo documentar, aunque ya he dicho que no de forma exagerada. Google me ha servido de mucho, sobre todo para buscar otras fuentes. Gracias a ese buscador pude conocer la existencia de la Guía turística de Marte, que tan bien me vino cuando escribía La redención de Ecolgenia, mi novela más extensa y ecologista hasta ahora.

9.-¿Tienes preparada toda la historia antes de empezar a escribir o improvisas?

Yo improviso mucho. No decido fríamente que quiero escribir sobre tal tema, y luego me documento y finalmente, tras varios años, me pongo a escribir. Yo hago justo lo contrario: mis libros suelen surgir de frases que luego elimino porque van superadas y están contenidas en lo que les sigue, o incluso es mejor que no lo estén. En mi tercera novela, La cronista, cuando ya estaba cerca del final eliminé los primeros dos capítulos y los refundí con el tercero, que es el que ha quedado como primero. Mi Un crimen terapéutico, que aún estoy escribiendo, deriva de una frase bastante estúpida que ya no figura en él: Esto de escribir es un incordio. Seguía una larga explicación de por qué lo es, y al final todo ese texto introductorio se ha quedado en dos párrafos que anteceden a los más de cien folios que ya tengo escritos, y que aún no he pasado al ordenador.

10.-¿Tienes tus rutinas y horarios para escribir o eres un escritor caótico e indisciplinado? Háblanos de tus manías relacionadas con esto.

Huy, qué pregunta más dirigida… Hay otras opciones, entre las que está mi modus operandi, que te brindo para que lo califiques tú, si quieres: yo respiro durante todo el día, sin horario. Yo escribo, igualmente, todo el día, sin horario. Cuando uno respira, lo hace en dos movimientos: inspira y espira. Con la  literatura es lo mismo: uno lee y escribe. Llevo encima siempre uno o más cuadernos de bolsillo y mi kindle con mis cien libros favoritos, y cuando se me ocurre alguna idea para alguno de mis libros, o de un libro futuro, tomo nota, pues a veces basta una sola frase para ver el libro completo en la imaginación, y luego cuando llegas a tu casa coges el cuaderno o el ordenador y es casi como copiar al dictado. Poder leer en cualquier lugar me ha enseñado, además, a leer en el paisaje urbano y en el otro, y así poder sacar ideas que luego puede que tenga que escribir.

En cuanto a manías, no tengo. Tengo una creciente colección de plumas estilográficas en casa, y la idea de escribir un libro con cada una. Pero cuando se presenta, escribo directamente en el ordenador, aunque no es lo más frecuente. Yo escribo cuando puedo, siempre que puedo, no me limito a un horario que sé de antemano que no voy a cumplir. En algunas etapas estoy sin escribir varios días, pero lo echo en falta. 

11.-¿Tienes previsto vivir del oficio de escribir? ¿Lo compaginas con otras actividades remuneradas?

Creo que es imposible vivir del oficio de escribir. Por lo menos en mis circunstancias actuales. Se puede vivir del oficio de vender libros, pero no del de escribir. Por eso me limito a vivir de mi pensión.

12.- ¿Qué piensas de que los lectores no valoren el esfuerzo de los escritores? Me refiero a que cada vez más, busquen (incluso exijan) lecturas gratuitas. ¿Tiene algo de culpa de esto el libro electrónico? ¿Tendría que ser la literatura un bien común y los autores no deberíamos cobrar nunca por nuestro trabajo?

Bueno, supongo que habrá de todo. Sí hay lectores que valoran la labor de los escritores, aunque es cierto que los hay que lo quieren todo gratis, y encima bien. Yo he cambiado mucho en mi forma de ver este problema. Uno debe hacer siempre lo que le gusta. Pero no es lo mismo el oficio de escribiente que el de escritor. Los escribientes siempre han estado muy bien pagados, desde los notarios hasta el último auxiliar de administrativo, sobre todo si comparamos el dinero que ingresan por lo que hacen. El escribiente siempre escribe lo que le dice otra persona, mientras que el escritor decide qué es lo que escribe, y esa es la gran diferencia.

Yo no creo que el libro digital tenga la culpa de que no se valore el esfuerzo de los escritores, sino todo lo contrario: por primera vez todo aquel que escriba puede competir en igualdad de condiciones con los más grandes, y si no vende tanto como ellos no es por no haber publicado. La cultura del todo gratis se debe a internet, pero no al libro digital. La gente se acostumbró a que sus ordenadores personales vinieran con el sistema operativo gratis hace treinta años, y aunque ahora ya están concienciándose de que los programas hay que pagarlos, siguen pensando que lo que se hace con ellos no. Y eso es un grave error. Es una falta de educación, en el fondo, de una generación que se cree con derechos sin las obligaciones que llevan aparejadas. 

En cuanto a si debemos cobrar por nuestro trabajo, creo que soy de los autores de Amazon que más caros tienen puestos sus libros. Sólo temporalmente he puesto algún libro al precio de oferta de 0’89 euros, pero lo normal es que estén en tre los 3 y los 5 euros, a veces más. Creo que no me van a comprar más o menos porque los tenga más baratos, y además cuando uno pone un libro a precios muy baratos la gente piensa que es malo. No vendo mucho, pero algo vendo. Eso creo que contesta a tu pregunta. Sí, tengo otros libros gratis publicados en Wattpad (www.wattpad.com), pero eso es porque me da la gana hacerles un regalo a mis lectores, no porque crea que la gente tenga derecho a beneficiarse por la cara del trabajo de los demás.

13.- ¿Envías tus manuscritos a las grandes editoriales? Si es así, ¿qué piensas cuando no te contestan o lo hacen con un escrito modelo y piensas que ni siquiera se han leído tu novela? Cuéntanos algún desengaño que hayas tenido en el mundo editorial.

Pues no. Suelo escarmentar en cabeza ajena. He mandado mis libros a editoriales más modestas, que me han dicho eso que tú dices: no se la suelen leer y dicen que no es de su línea. Pertenezco a un colectivo que se autodenomina Generación Kindle, y algunos de mis compañeros de allí narran auténticas historias para no dormir que les han sucedido con las grandes editoriales. La última fue la contratación por una de ellas de los que estaban en los primeros puestos de ventas en Amazon, con ingresos cercanos o superiores a los mil euros al mes. El contrato que firmaron les imposibilitaba seguir publicando en Amazon, con la promesa de publicar en papel, promesa que no siempre se ha cumplido, pero sí se ha cumplido que esas editoriales han colocado en esos primeros lugares a sus propios autores que ya publicaban en papel. Ha sido una operación bastante maquiavélica que ha abusado de la ilusión de esos autores de publicar en papel, algo que está sobrevalorado hoy en día, y mucho. 

14.- ¿Participas en concursos de literatura? ¿Qué opinas de ellos?

Además de en el Premio Planeta he participado en el Premio Ciudad de Valeria. El primero fue una experiencia decepcionante, en dos ocasiones. El disgusto que me llevé la primera vez provenía de la idea errónea de que sí que se habían leído mi novela, pero luego me he convencido de que es una pérdida de tiempo, a no ser que te lo plantees como un reto. El de Ciudad de Valeria me sirvió para hacer un mejor libro de mi segunda novela, que de ochenta páginas pasó a 270, ya que tenía que aparecer esa ciudad fundada por los romanos en la provincia de Cuenca. Me documenté, y le añadí una serie de capítulos que luego me demandaron que redondeara la historia otra vez, con lo que en realidad hice una novela nueva a partir de la que ya tenía antes. Por lo tanto mi opinión de los concursos no es demasiado positiva, aunque les reconozco que pueden servirte de acicate para hacer mejores obras. Si embargo creo que no es ningún mérito haber ganado concursos, ni ningún demérito tampoco, claro. El mérito de una obra literaria lo tiene que evaluar el lector, no un jurado que no siempre nos consta que sea competente en el tema.

15.- Basándote en tu experiencia: déjanos un consejo para otros escritores.

Escribe. Como decía el popular cantante José Luis y su Guitarra hace unas décadas, Aunque sea con borrones, escríbeme. Bueno, pues yo le quito el me. Escritor de cualquier edad que leas esto: nunca dejes de escribir. La suerte, como decía Napoleón, es una puta, pero al revés que él, yo  no pienso que hay que cortejarla, pues tarde o temprano acabará viniendo a tu puerta a que le des una limosna. Puede que cuando eso suceda ya te hayas muerto, pero tiene que darte igual, porque tu recompensa más valiosa no es el dinero ni la fama, sino el placer de haber estado escribiendo. Luego, si le dejas una herencia sobrada a tus hijos o nietos por tus derechos de autor, seguramente se la merezcan por haberte aguantado todos esos años que estuvieron contigo mientras tú escribías. 

16.- Brevemente: algunos autores y libros preferidos.

El que más leo es Anónimo. Es el que más libros ha escrito. 

También están Cervantes, Lope, Asimov y Quevedo. Victor Hugo, Alejandro Dumas, Roberto Luis Stevenson, Julio Verne, Edgar Allan Poe, Dickens, Austen y Shakespeare me encantan también, y entre los modernos están Gabriel García Márquez, que me conquistó con su Soledad, la de los cien años, un personaje inolvidable, y Ana María Matute, cuyo Rey Gudú me causó tan grata impresión.  Ah, y un tal Cerdà, que ha escrito también alguna cosa buena. 

En cuanto a libros, el mejor de todos los tiempos, sin ninguna duda, es La Biblia, que dicen que la escribió Dios. Así cualquiera, ¿no? Luego están Las mil y una noches, que me encanta y me ha inspirado algún que otro cuento. Es un libro para leer, releer y recontar, sobre todo la versión que reescribió ese mago del lenguaje que se llamaba Viente Blasco Ibáñez, cuya obra completa recomiendo, en especial La vuelta al mundo de un novelista. También recomiendo El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha siete veces, que son las que me lo he leído, al igual que la Biblia, que yo diría que son mis dos libros de cabecera, pues en sus páginas están condensadas muchas otras obras. Y la trilogía La fundación de Isaac Asimov, que es es un monumento literario que perdurará, al igual que los dos anteriores, durante mucho tiempo. Los otros dos títulos que el propio autor añadió décadas después dejan un poco que desear, aunque serían buenos libros si no hubiera existido la referencia de la trilogía. 

17.- El primer libro que recuerdes haber leído.

Debe haber sido El Quijote, porque por un concurso de redacción sobre ese libro que se hizo en el instituto donde yo estudiaba bachillerato, a los catorce años me dieron de premio el primer libro que recuerdo haber leído: La historia de San Michel, de Axel Munthe. Hace ya un poco de aquello, fue en 1964.

18.- El último que hayas leído o estés leyendo en la actualidad.

Acabo de terminar de leer La fíbula de la fertilidad, de Antonio Capel. Y acabo de empezar El legado de brujo, de José Antonio Flores Yepes. Hace poco terminé de leer Niebla, de Miguel de Unamuno, que era un libro que durante años había querido leer.

19.- Alguien que te inspire.

Todo me inspira, amigo mío, porque todo lo pongo en cuestión. En realidad escribo para transcender la realidad que me rodea, no por deprimente, sino porque la encuentro aburrida, muy aburrida y sin chispa. Me inspiran mis amigos, las experiencias que vivo, y sobre todo las cosas que me cuenta la gente. El otro día, sin ir más lejos, tras un debate radiofónico me quedé pensando en lo que habíamos dicho y al llegar a casa escribí el artículo al que he hecho referencia en la pregunta tres (El libro objeto).

20.- Esto de escribir puede considerarse una manera de inmortalidad. ¿Cómo te gustaría que te recordaran los lectores dentro de 100 años?

Pues me temo que me tendrán que reconstruir a partir de mis libros. No me gusta contar nada de mí en ellos, ni poner mi foto en la sobrecubierta, porque yo pienso que lo importante no es el autor, sino la obra, que es lo que el lector acaba leyendo. A mí me da igual que Cervantes haya sido un soldado valiente en la guerra o un presidiario del montón: lo que me encanta es su obra, que tantas veces he leído. Cervantes ha vivido muchas veces en mí, cada vez que yo le leo, y a eso aspiro, a vivir  en mis lectores mucho tiempo después de haber vivido. 

21.- Añade y contesta la pregunta que te hubiese gustado que te hiciese y no te he hecho.

Pregunta: ¿Te has enamorado de alguna de tus personajes?

Respuesta: De todas. 

Preguntas personalizadas Jesús de las Heras:

1.- He leído alguno de tus libros y me llama la atención la forma en que tienes de usar los guiones de los diálogos, bastante a contracorriente. ¿Por qué lo haces? ¿Es para distinguirte de otros autores? ¿Algo así como la ausencia de párrafos y puntos en la obra de Saramago?

Lo hago porque es lo lógico. Cuando uno ve que la gente hace cosas absurdas, no ha de ponerse en medio para que le arrollen, sino que lo sensato es quedarse en un rincón esperando a que pase la marabunta y luego seguir con lo suyo. 

Creo que confundes a Saramago con Cela. Este tiene un libro, Christus versus Arizona, donde hace eso que dices: no hay puntos y seguidos ni párrafos. Saramago sí que usa los párrafos, al menos en los libros que yo he leído. Lo que no hace es usar guiones, habiendo inventado un sistema en que cada mayúscula después de una coma introduce la voz de un personaje diferente. Yo uso los guiones al modo en que los anglosajones usan las comillas para los diálogos: lo que dice cada personaje va dentro, y el texto así referenciado va dentro del texto descriptivo del narrador, que es quien cuenta la historia. La historia no la cuentan los personajes, que es lo que otros escritores dan a entender poniendo entre guiones (que es como si fueran paréntesis) lo narrado, sino el narrador, y por lo tanto lo que va entre guiones es lo que dice cada personaje que interviene en la historia. Lógicamente un punto y aparte marca el fin de cada una de esas intervenciones, y por eso no es obligatorio (y a mi juicio es hasta contraproducente) el guión largo de cierre. Como se ve, no es una humorada, sino cuestión de ser coherente: es el narrador quien cuanta la historia, no los personajes. Por lo menos en mis libros.

2.- ¿Qué opinas de los últimos cambios de la Real Academia? He visto que no te adaptas demasiado a ellos. Me refiero, por ejemplo, a dejar de acentuar la palabra «solo».

Bueno, la Real Academia de la Lengua Española no le dice a la gente cómo tiene que hablar o escribir, sino que se limita a decir qué es lo que hace la gente. Su papel es descriptivo, no normativo. Lo de “sólo” es una costumbre, aunque poco a poco la voy dejando de lado por la misma razón por la que nunca he utilizado las tildes en “este”, “ese” o “aquel”: porque no hace falta. Pero la Academia no ha dicho nunca que se pongan o se dejen de poner: ni obligaba antes a hacerlo, ni prohíbe ahora que se haga. Se ha limitado a recordar que palabras como “guion” o “rio” (del verbo “reír”) siempre han sido monosílabos y por lo tanto nunca han necesitado tilde alguna, aunque mucha gente se lo ponía incorrectamente. La ortografía es para saber cómo se pronuncian las palabras, no para escribir más o menos bonito. Antes decía que “solo” PODÍA llevar tilde cuando era adverbio, pero no era obligatorio, para diferenciarlo del adjetivo “solo”. Y lo mismo se aplicaba a los demostrativos, que PODÍAN llevar tilde cuando eran pronombres, y no cuando eran adjetivos. Comoquiera que es difícil confundir un pronombre con un adjetivo (que sí que lleva un nombre al lado, al revés que el pronombre), yo pasé siempre de tildar los pronombres demostrativos, aunque sí hacía la distinción entre el adverbio y el adjetivo porque no hay tanta gente que los distingue. No obstante, como veo ahora a tanta gente concienciada de esa diferencia, ya no los pongo. De todas formas, sigue habiendo frases en que sí que se puede confundir la gente: “a mí me gusta comer solo” no es lo mismo que “a mí me gusta comer sólo”, pues en el segundo caso lo único que me gusta es comer, y no lo demás, mientras que en el primero no me gusta comer cuando estoy con más gente. Así que creo que se equivoca la Academia, una vez más. 

3.- Pese a que te mantienes firme a la tradición del lenguaje, en cambio eres un defensor a ultranza del libro electrónico. ¿No te parece una contradicción?

El lenguaje es nuestra mejor herencia, porque nos sirve para comunicarnos con los demás, y no estar solo (sin tilde, je). Por eso debemos cuidarlo y hacerlo tan claro como podamos y sepamos. Pero no me gusta lo viejo sólo porque es viejo. Hay que preservar lo que tenemos valioso, pero no renunciar a las innovaciones que acrecienten nuestro tesoro y acervo cultural. Yo no defiendo ni ataco ni el libro electrónico ni al que llamas tradicional. Yo defiendo al libro, a secas, tanto en su vertiente papirofléxica como digital. Porque lo único valioso no es el formato, sino el contenido. Como he dicho en un artículo que he publicado (https://mislibrosylosdemisamigos.blogspot.com.es/2014/05/el-libro-objeto.html): “lo que hace interesante un libro no es su forma, ni su peso, ni su color, ni su olor o sabor, sino lo que dice. Eso es la esencia de un libro. Lo demás son accidentes superables.”

Yo tengo muchos libros papirofléxicos y de vez en cuando compro uno y me lo leo. Pero comprendo que la innovación tecnológica nos ayuda a cultivarnos mucho mejor y con mayor rapidez. Eso se pierde de vista en los debates sobre el tema, en que impera el método futbolístico, y hay que ser o de papel o de e-book, y llega un momento en que mi buena educación me obliga a callarme, porque eso es una suprema necedad. Lo que cuenta es el libro, el conocimiento o entretenimiento que alguien ha pensado y elaborado para nosotros en algún momento. Odiar una cosa porque es nueva no nos va a impedir utilizarla cuando no tengamos más remedio, cuando el coste del libro de papel se vuelva astronómico, en una dinámica contraria a la que hizo que la gente comprara los libros que imprimía Gutenberg porque no podía permitirse comprar los que hacían los copistas.

4.- ¿Crees que los escritores nos obsesionamos demasiado con las correcciones de nuestros textos?

A juzgar por lo que veo publicado, no. Es increíble ver libros con faltas de ortografía, de sintaxis, de coherencia y sobre todo plagados de anacronismos. Creo que nunca se cuida lo suficiente la corrección antes de publicar un libro. Y yo no soy inmune a ese defecto, pues en muchas ocasiones me escandaliza ver errores de ese tipo en mis propios libros. Pero, claro, llega un momento en que o publicas, o te quedas sin publicar. Se pueden hacer correcciones, pero llega el momento en que tienes que publicar. En eso la publicación digital es muy superior a la otra, porque al ver el error lo puedes corregir inmediatamente y volver a subirlo a la tienda virtual, de donde se le descargará a todos los que hayan comprado el libro automáticamente y libre de gastos. En el libro papirofléxico eso supone hacer una nueva edición, con gastos para ti y para tus lectores.

5.- ¿Es tu literatura compleja y filosófica o te consideras un autor más comercial?

Supongo que todos somos simples y complicados a la vez, y nadie es inmune a la filosofía. Todos tenemos una forma de ver las cosas. Mis escritos a mí me parecen muy sencillos, pero no me gusta dejar nada  sin explicar, nada doy por supuesto. Si eso es complicarse la vida, supongo que soy complicado. En cuanto a mi filosofía, yo defiendo unos valores determinados que no veo demasiado en la literatura tradicional, pero quizá por eso me hice escritor. Mis valores se pueden reducir a dos: solidaridad y bonhomía. Todos somos una misma cosa y nos tenemos que ayudar, y desde luego mis personajes lo hacen. La bonhomía, esa cualidad de ser buena persona es algo que procuro dotar a cada uno de mis personajes, incluyendo a los malos, y quizá por eso me cuesta tanto el género de la novela negra. En mi novela en el curso de cuya creación me encuentro ahora sí que hay un asesino en serie, pero soy yo. O sea, que lo cuento en primera persona, y para evitar que nadie se sienta aludido le he dotado de de un nombre que no tiene nadie que yo conozco, Gervasio, aunque suele utilizar un apodo, Sir Marcos, para hacerlo más irreconocible todavía. Pero incluso este personaje tiene unas motivaciones que es muy posible que al lector le caigan bien. Es un asesino, sí, es despiadado, sí, es psicópata, sí, pero dentro de un orden. 

¿Soy un escritor comercial? Pues no, yo creo que no. No busco serlo, aunque tampoco lo evito conscientemente. Creo que el objetivo de un buen escritor es que sus lectores se lo pasen bien leyendo sus obras, no que las editoriales ganen dinero. Si por compartir mis sueños y fantasías con mis lectores, o intentarlo, no me hago rico, no me importa lo suficiente como para vender mi alma al diablo, o al Dios Mammon, el dios del dinero, que es todavía peor.

Hoy he leído que el pobre autor de las novelas de Sandokán, don Emilio Salgari, murió en la miseria tras haber hecho ganar una fortuna a su editorial. Tras arruinarse por completo con una desgracia familiar a la que tuvo que hacer frente y no quedarle para comer escribió una carta de adiós a sus editores, rompió su pluma y se hizo el hara-kiri. Yo no seré nunca Salgari, no venderé tanto como él y es posible que nunca hagan una serie de televisión con mis historias y mis personajes, pero tampoco romperé mi pluma, o mis plumas, pues hago colección. Yo escribiré para mí, en primer lugar, y para quien quiera leerme, en segundo. Si por leerme la gente paga y me hace rico, bien, aunque en realidad no me hace falta. Yo me conformo con ser rico en lectores. Pero, mientras tanto, hago lo que me gusta. Y eso no se paga con dinero.

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